martes, 13 de noviembre de 2012

Tacna

Llegué -es decir, llegamos, pero este es un blog personal- a Tacna casi a las nueve de la noche, tras hora y media de vuelo. En la ciudad más septentrional del país nos recibió una brisa fría..., y el SENASA, dispuesto a incautar cualquier fruta en el equipaje, que bueno porque por un segundo pensé que creían que traíamos el dengue, jeje.

La ruta al centro de la ciudad es de unos seis kilómetros y a primera vista, de noche, Tacna se ve tranquila y limpia, me recuerda mucho a Trujillo, pero no sé por qué.

Al entrar al cercado recorrimos una avenida amplia, la Bolognesi, cuya isla tiene un paseo flaqueado por añejas palmeras en perfecta fila. Dan ganas de dejar el taxi y caminar por allí. Ahí esta el Gran Hotel Tacna, otrora el Turistas, pero allí mis viáticos darían sólo para dos días..., la cosa es que al día siguiente descubrí que es la avenida principal, llena de comercios, oficinas y gente. 

Por ahora lo necesario es ir al hotel. Un grupo, la mayoría, decidió por el Bolívar, pero nosotros -tres- nos instalamos en el San Martín, después de todo, siempre me ha caído mejor el Generalísimo. Además tiene una buena vista desde el comedor en el quinto piso. 

El lunes salimos temprano rumbo a la fiscalía, pero el taxista se perdió, luego supimos que el edificio de la nueva sede está en construcción y los despachos están diseminados en la ciudad, pero eso fue luego de llegar tarde. Sin embargo, las vueltas que dimos hasta encontrar nuestro destino me permitieron confirmar lo que había notado la noche anterior: una ciudad ordenada, sumamente limpia y de tráfico fluido. Hay pocos taxis, y -que bueno- ningún motocarro, esa plaga, al menos en el centro. Ya saldré a caminar por la ciudad. Por lo pronto, a lo que vinimos: charlas, conferencias, visitas.

A la hora del almuerzo pude hacer unas tomas, no muchas, esperando la hora "de salida" pero acabamos a las siete de la noche y no pude visitar nada.

Mi lista de museos tendrá que esperar.

Vestíbulo del Poder Judicial. 

Casa republicana aún de pie, con gusto echaría abajo ese horrible poste que afea la vista. 

Iglesia del Espíritu Santo. 

sábado, 27 de octubre de 2012

Semana de cursos

Toda la semana he asistido a un curso sobre el nuevo proceso penal, organizado por la Fiscalía y dictado por dos abogados colombianos, uno de ellos, César Reyes, bastante conocido en este rubro.

Naturalmente no viene al caso resumir las charlas y ejercicios, pero cabe mencionar solo una parte de la reflexión del expositor:

Sucede que la entrada en vigencia del nuevo Código, el 1 de octubre, ha estado condimentada con algunos tropiezos. Casi normal, considerando que es un nuevo sistema al que van a tardar en adaptarse fiscales y población. Pero la gente no está para cuestiones doctrinales ni le interesa oír de derechos que no sean los propios. Toda consideración de debido proceso, proporcionalidad, derechos del reo, acuerdos reparatorios, todo eso les suena a corrupción, arreglo ilegal, negociado entre fiscal y delincuente, ¡faltaba más! De ahí a que la gente pretenda hacer justicia por su propia mano ya no queda mucho.

Porque a la doctrina que impulsa el Código y a las disposiciones que contiene, la gente opone un pedido intransigente que no tarda en rebotar en los medios: cárcel desde el inicio del proceso para casi todo delito o falta. No importa que sea un delito de bagatela, una tentativa, o una falta, el pedido es el mismo, la cárcel.

Y esta situación naturalmente deja a los fiscales en una posición defensiva, acechados por periodistas acostumbrados a hablar sin saber, a opinar sobre causas que no han leído y a poner el micrófono frente a quien mayor escándalo pueda armar. Normal también, es parte de su libertad.

Pero ello, y ahí va la reflexión del letrado César Reyes, es que uno no puede dejarse presionar por la gente ni prensa bajo ninguna circunstancia. ¿Y qué hacemos con la gente?, preguntó un colega. "Esa es parte de nuestra función pedagógica, porque nuestra labor tiene también esa función -dijo el colombiano-: tenemos que enseñar a la gente. Y eso toma tiempo".

domingo, 15 de julio de 2012

Serie de infancia: El Zorro

La imagen emblemática del Zorro
La verdad no se me había ocurrido buscar en la internet las series, digamos, de mi infancia. Una de ellas, acaso mi favorita, era El Zorro.

Hasta hoy, que escribí Zorro en Youtube. Cabalito, mira dónde te encuentro. Cómo me gustaba esa serie. mi hermano y yo íbamos por todos lados con toallas atadas al cuello como capas, ora corriendo, ora 'montados' en escobas y blandiendo varas de madera cual sables, rayando las paredes al marcar la Z, ¡Cuántos dedos adoloridos por los sablazos! Eso nos llevó al afán -ahora lo recuerdo- de agregar cazoletas a nuestros sables, no sólo para proteger los dedos, sino porque se volvía más real el juego, aunque era tarea imposible para dos párvulos de 9 y 10 años.

Me parece que lo transmitía Panamericana y lo veíamos al caer la tarde. Entonces parábamos los correteos y seguíamos las aventuras que aquel héroe enmascarado que siempre vencía. Qué nostalgia me ha dado, pero es una nostalgia que en el fondo es de alegría, distinta a la que me acompaña desde que estoy en esta ciudad, tan lejos de mis hijos. En fin, pongo punto porque ya terminó de cargar el primer capítulo y lo voy a ver.

Guy Williams, para muchos -yo incluido-, el Zorro de verdad

P.D.: Cierto día apareció una "Z" enorme, hecha con plumón azul, en uno de los parlantes del equipo de sonido, que era plateado, según la moda de entonces. La marca era grande y horrible, el estropicio era mayúsculo, la ira paterna fue descomunal porque esa mancha no se podía quitar. En casa ese día habían cuatro zorros (dos primos, mi hermano y yo) y aunque mi padre tronó, y tronó gordo, el miedo infantil fue mayor y no halló al culpable.

Fui yo.

martes, 10 de julio de 2012

Un bache, jeje

Esta imagen reciente, tomada con motivo de la reunión de jefes de estado de UNASUR me ha dado risa. Miren a Humala, parece un bache en medio de Correa y Nicolás Maduro (canciller venezolano). Algo más puede hacer Torre Tagle para evitar imágenes como esta, ¿no?


lunes, 25 de junio de 2012

Nadie es responsable (Día de San Juan)

El otro día comentaba acerca de la peligrosa conversión de mototaxis en "vehículos de carrera", preparándose para las competencias de San Juan. Las competencias tuvieron lugar y, desgraciadamente, se saldaron con la muerte de un corredor.

Gianfranco Murrieta, campeón nacional, iba a la delantera cuando un camión circulando en sentido contrario se le interpuso. Por no impactar, el corredor prefirió despistarse y saltar de la moto, pero la mala fortuna quiso que se estrellara contra un poste de concreto. Todo en pocos segundos y a unos cien kilómetros por hora.

Y nadie es responsable. Nadie se ocupó de cercar la pista de carreras, que comprendía un tramo de la carretera; nadie puso letrero alguno que advirtiera a los choferes que en ese tramo había motos en competencia; nadie se ocupó de tener una ambulancia lista a pesar de que estaban a 82 kilómetros de Pucallpa. Nadie es responsable. El comité organizador se hizo humo, quienes iban a entregar el premio dijeron que eran invitados, las autoridades presentes desaparecieron, los espectadores estaban idos, los amigos de Gianfranco lo subieron a un auto, sin camilla, sin cuidado, presas del pánico y lo trajeron a Pucallpa, 82 kilómetros eternos. Todo fue inútil.

Nadie es responsable. Un muchacho de 22 años muerto por una serie de descuidos, omisiones, irresponsabilidades. Ningún accidente es casual, todos son consecuencia de cadenas de errores donde cada eslabón cuenta, y donde cada error se podía corregir. Nadie es responable.

Hoy el cortejo fúnebre pasó por la oficina. Una fila interminable de motos, motos de carrera, motocarros y autos, un ruido sordo de motores rodeando al corredor, su camiseta de competencias y su casco adornaban el ataúd. Es todo lo que queda por hacer ante una muerte absurda. Descansa en paz, Gian.


lunes, 18 de junio de 2012

El 'marca monse'

En Pucallpa está ocurriendo lo que ha ocurrido en algunas ciudades cercanas a Lima en el pasado reciente: la llegada de delincuentes avezados desde la capital. Debe estar dura la competencia allá para que se aventuren tan lejos; lo cierto es que de veras sembrarían zozobra en esta ciudad donde no se ven tales métodos.

No digo que aquí sea el paraíso, faltaba más, pero lo cierto es que aquí el nivel de delincuencia es mucho menor que en Lima. Lo que abunda, y es una plaga, son los ladrones de motos. Pero son hurtos con el fin de pedir un 'rescate' por el vehículo; los asaltos a mano armada son raros, muy raros, por lo general contra usuarios de motos de alta cilindrada y su fin no es el 'rescate', sino para llevarse la moto a las zonas cocaleras.

Por eso causó sorpresa la noticia de un 'marca' chiclayano recién llegado a estos lares ejecutando su primer robo. Pero no todo en la vida son tortas, menos en la vida azarosa de quienes viven de lo ajeno. La cosa fue así:

Dos delincuentes habían seguido a una mujer desde una agencia de banco y le robaron el dinero que había retirado. Al chiclayano le cupo la tarea de arrebatar el dinero a la mujer y subirse a la moto que conducía el compinche para fugar, pero resulta que no sabía subirse de un brinco a una moto en movimiento, peripecia riesgosa pero que la mayoría de muchachos de esta tierra sabe hacer porque acá se aprende a andar en moto antes que a caminar. La cosa es que, efectuado el latrocinio, el caco intentó la montada con tan poca pericia que fue de bruces al suelo. Como la solidaridad entre delincuentes es una dama esquiva, el conductor viendo a su compañero de tan mala guisa sencillamente se fue, y al dolor de la caída tuvo el ladrón que aumentar el dolor de la paliza que le propinaron los transeúntes testigos del hecho. El pobre se cubrió lo mejor que pudo de la lluvia de golpes mientras exigía la presencia de la Policía.

Esto es lo que se dice ir por lana y salir trasquilado. La prensa local, antes que preocupada por la nueva modalidad -acá- de delincuencia, se ocupó más bien de reírse del ladrón por la forma tan insulsa de dejarse atrapar y se burló de él durante dos días llamándolo el 'marca monse'. Ojalá la Policía pueda dar con el compinche pronto, lo que no será muy difícil si es igual que éste.

domingo, 10 de junio de 2012

Perú - Uruguay..., pierde Perú

Nueva camiseta para nuevas derrotas (Foto: laindustria.pe)
La semana pasada no tuve tiempo de escribir mi predicción para el partido que iba a jugar -y en efecto, jugó- nuestra nunca victoriosa selección de fútbol frente a Colombia. No tuve tiempo, pero iba a escribir acerca del triunfalismo estúpido de periodistas y de hinchas, de las entrevistas a algunos viejecitos que un día fueron jugadores, de los tres puntos fijos, de Vargas agarrándose con Falcao en la prensa (cuando más carne tiene agarrándose a Tilsa) y todo eso.

Esas miserias se ventilaban en horario estelar y primera plana antes del partido. Pocos (entre ellos, este servidor), apostaba por la derrota. La selección perdió, claro. Y yo gané, jeje.

Perú de Mundiales no sabe desde la mediocre participación en España 82 (un empate y dos derrotas), de esto ya van 30 años. La razón es sencilla y se reduce a esto: un campeonato mediocre, desorganizado y paupérrimo no puede parir una buena selección.

Por estos días previos al partido con Uruguay, de visita, el triunfalismo de la prensa se ha desvanecido por completo (comparen los diarios del domingo pasado con los de hoy y verán). Más bien reina un tono resignado, como que dan ánimo para cumplir, como esperando una especie de milagro.

Pero como yo no creo en milagros, ahí va mi pronóstico: derrota sin atenuantes.

Y el siguiente capítulo de la prensa será “boten a Markarian”. Claro, esa es la solución.


sábado, 26 de mayo de 2012

Motocarros GP

A estas alturas todo el mundo sabe qué es un mototaxi, motocarro o motokar (así se escribe, se trata de una marca comercial). Estos vehículos ligeros (chasis de una moto lineal adosado a una carrocería para dos personas), creados a fines de los ochenta como una solución al transporte para las ciudades de la selva, se han popularizado y extendido por todo el país. No tardaron en llegar a Lima donde se convirtieron en transporte de gente muy pobre, de barriadas y asentamientos humanos, incluso por debajo de la 'combi'; de allí que recibieran el horrible y despectivo nombre de 'taxicholo'. La falta de regulación y de autoridad ha hecho que allí proliferen y que subirse a uno sea un auténtico riesgo, un peligro para la integridad de uno: se usan para trayectos largos, hacen taxi, colectivo y movilidad escolar, exceden su capacidad de dos pasajeros (suben hasta 9, dice la prensa), corren mucho y se estrellan mucho más. Todos los días muere alguien en un 'taxicholo'. Pero ese es problema de Lima.

En la selva siguen siendo el medio de transporte público por excelencia. Son baratos, económicos y relativamente seguros (acá sí, dada la baja cantidad de autos en beneficio de las motos lineales, la costumbre de circular a baja velocidad, la práctica inexistencia de buses urbanos y el tránsito de camiones restringidos a ciertas calles).Por un sol y medio vas a cualquier lugar. Y como es barato, casi no tiene los usos que en Lima.

Su proliferación en la selva ha hecho que su uso se diversifique, y que a los clásicos motocarros de pasajeros haya que sumar ahora los que de transmisión de cardán (para caminos difíciles) y los de 'trabajo' (con tolva, chasis reforzado y suspensión de ballestas), cuya capacidad de carga excede largamente la capacidad del motor de 125 cc. Pero también, y este es motivo del post, los motocarros de carrera.

¿Qué? Pues como lo oyen, o como lo leen, mejor dicho. Caminando por la ciudad he visto un taller donde los fabrican; es decir, donde los adaptan: quitan la carrocería en beneficio de otra más ligera, retiran lo que no es indispensables para el funcionamiento (luces, velocímetro, odómetro, controles del timón, adornos, algunos cables, tubo de escape), cambian asiento, tanque de combustible y batería por unos más pequeños y ligeros, acortan la transmisión y quitan el freno delantero (!).

El resultado es un vehículo más rápido, pero también más ligero, frágil e inestable. Es decir, perfecto para matarte. De hecho, el año pasado se mató un competidor cuando volcó su vehículo mientras practicaba. "No pues amigo, para hacer carrera hay que saber", me dice uno de ellos, "además van con casco". Sólo que los cascos no son tales, son imitaciones que con un golpe se parten lo mismo que tu cabeza, como si usaras un balde de pintura.

Los motocarros de carrera se preparan para la fiesta de San Juan, dentro de un mes. "Tenemos bastantes pedidos, por eso ya empezamos". Convertir un vehículo normal a uno de carreras sale por unos S/. 500, y el premio de la carrera asciende a S/. 2000.

Más o menos lo mismo que un entierro en el cementerio público.




sábado, 19 de mayo de 2012

San Alejandro

San Alejandro de Irazola es una pequeña ciudad (o un pueblo grande, según se vea) ubicado a unos 85 kilómetros de Pucallpa. Se autodenoina "Capital nacional del cacao"; yo no sé si es cierto, pero el cultivo de cacao está arraigado aquí. Hay una variedad centroamericana que introdujo una ONG y que se ha adaptado muy bien. Hace unos siete años se sembraron los primeros plantones y hace dos o tres están produciendo. Antes del amanecer, para evitar el sol abrasador, la gente sale hacia las chacras en botes, (estamos en temporada de cosecha y no es cosa de perder el tiempo).

La gente mayor recuerda que hace unos 30 años esto no era más que chacra al borde de la pista, donde ni los camioneros se detenían. Sólo en la última década San Alejandro ha crecido lo bastante com opar ahace honor a su condición de capital del distrito de Irazola. El comercio prospera, por todas partes las casas comerciales compiten por comprar la preciada semilla del cacao a los campesinos. En muchas zonas el asfaltado de las calles sirve, más que para la circulación, para secar las semillas al sol. El funcionario que me acompaña también cultiva cacao. Con cordialidad propia de esta zona, me ha invitado a ir a ver sus cultivos, pero es imposible porque hay que navegar una hora y no quiero correr ese riesgo, la verdad, así que me excuso diciendo que estoy con la hora justa.

- Tengo hectárea y media nomás. Con la venta de este año voy a comprar arbolitos para otra hectárea y media, y así, hasta llenar mi chacra
- ¿Y de qué tamaño es tu chacra?
- Treinta hectáreas

El ruido de una pareja de helicópteros nos recuerda que esta también es zona cocalera. Son dos Hueys que van muy alto. Yo les hago una foto sin muchas esperanzas de detalle y echo en falta una buena cámara. El narco no ve con buenos ojos el reemplazo de coca por cacao. Por eso, en este distrito está asentada la Marina de Guerra, y su base se encuentra en una colina prácticamente en el centro del pueblo. Muy temprano les vimos salir a patrullar a la selva, había unos treinta soldados que marchaban en dos filas, una a cada lado de la carretera, uno detrás de otro a tres o cuatro metros de distancia. Van muy bien pretrechados, de sólo verles uno imagina el calor endemoniado que deben sentir. Los cascos y chalecos antibalas se ven pesados, cada uno lleva, además, una mochila, un fusil Kalashnikov, granadas, cacerinas, cantimplora, dos de ellos llevan lanzacohetes y uno, el último de la fila, el equipo de radio. Todos están maquillados con colores de camuflaje. Como yo camino acompañado del comisario (que va de civil) y al que conocen, no me piden identificación. Ni pensar en tomales una foto. Todos son chicos de unos veinte, veintidós años. ¿Tendrán miedo? A lo mejor, pero yo no puedo decirlo. En estos días tan aciagos para los militares, aquellos infantes de marina salen a patrullar todo el día en la selva, bajo un sol que parece de plomo, expuestos quién sabe a qué peligros y dificultades. Algunas gentes deberían ver esto, aquí o en cualquier otro pueblo de los cientos donde acecha el narcotráfico. Si la ciudad crece y prospera, es porque aquellos chicos patrullan a diario.



La labor que vine a desempeñar me lleva todo el día, por todo el pueblo. San Alejandro tiene muchas colinas, desde ellas se ve un paisaje de veras bonito, y otra vez quisiera a mano una buena cámara. El río que cruza se llama igual que el  pueblo. Discurre lentamente, pero no nos debemos confiar porque te puede llevar sin que te des cuenta siquiera. Su tranquilidad es engañosa: que se vea tan sosegado quiere decir que es profundo, y ya se sabe que los ríos de la selva, en sus profundidades, son verdaderos torrentes. ¿No me crees? Intenta cruzarlo a nado, cuando llegues a la otra orilla no estarás frente a mí, sino medio kilómetro río abajo. El San Alejandro tiene en su paso por el pueblo, una bonita playa de arena (¡!). Pero a la gente la playa les interesa muy poco. Su interés está río arriba, en el atracadero, donde van llegando los botes con la pesca del día.

Allí nos dio el atardecer. Los Huey de la mañana van volviendo; quisiera hacerles una foto cuando estén en tierra, pero no es buena idea fotografíar la base de la marina. La noche no trae a San Alejandro más que ganas de dormir, lo que haré pronto porque tengo que volver muy temprano a Pucallpa, casi no hay actividad nocturna (en eso todavía parece un pueblo) y es una bendición caminar por calles silenciosas a las siete de la noche (envídiemne en Lima, jeje), ojalá que el progreso de San Alejandro demore en traer el tráfico y el ruido. Ya se sabe que no todo lo que trae el progreso pueder ser bueno.





viernes, 20 de abril de 2012

El primer caso

Desde que asumí elcargo de fiscal adjunto me han entregado 26 carpetas, todos iniciados. Sin embargo, el segundo día ya llegaron dos denuncias nuevas que me corresponde conocer. Una contra funcionarios metidos en una licitación. Aquí hay pan para cortar. La otra es de una profesora que denuncia a otra. Veamos.

Cierta profesora denuncia a la sub-directora de su colegio porque se retiraba dos horas antes de la salida todos los jueves y viernes durante seis meses para ir a dictar clases como especialista en la universidad. Dice su denuncia que eso es abandono de puesto, peculado, cobro indebido y abuso de autoridad.

Y yo digo que a o mejor se trata de un caso de denuncia por envidia; es una primera impresión. Ya, está bien, se 'tiraba' dos horas del colegio para llegar a la universidad y hacerse de unos soles más al mes, 'recursearse', como dice el populacho. Esa es una falta administrativa, no un delito. Que se queje la denunciante con su directora, en la Dirección de Educación, o qué sé yo, a ellos corresponde averiguar si es cierto o no (aunque sí es cierto) y ver si la amonestan o suspenden, pero de ahí a que sea delito, nones. Lo archivé sin más. Y quedó consentido.

Al fin y al cabo si recursearse fuera delito dónde estaría yo.

sábado, 31 de marzo de 2012

Viva la huelga


Con motivo del paro de trabajadores de Poder Judicial, me dio por escribir dos cartitas en la intranet de ese poder del Estado. Como siempre, ha habido elogios (los más) y críticas. También caras largas y ceños fruncidos  de parte de quienes se han sentido aludidos. Pero como no he nombrado ni siquiera aludido a nadie, a nadie debo nada. O como dice el refrán, al que le caiga el guante, que se lo chante.

La primera carta fue enviada a las 8:30 de la mañana, la segunda, sobre las 1:00 de la tarde. Iba a escribir otra a la hora de salida, y de hecho la empecé, pero me dio pereza.

Ahora las transcribo en mi blog porque el Poder Judicial cada cierto tiempo borra los correos antiguos y no quiero que se me pierdan.

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Acabo de llegar a la oficina, un poco retrasado por el tráfico, pero alcancé a marcar mi fotocheck dentro del tiempo de tolerancia:
  • ¿Marcar fotocheck?, ¿no apoyas el paro?
  • Tranquilo, todo el mundo marca cuando hay paro.
  • Ah, bueno, eso sí.
Ya he visto la banderola que está en la puerta de mi sede, ¡VIVA LA HUELGA!, mis compañeros me llaman a gritos, haciendo chacota me dicen ¡amarillo, fuera, ven a la lucha! Es que estos paros son chacota, pues. Yo voy más bien a mi escritorio, a dejar mis discos (originales) de Mozart. En mi sede hay unas 80 personas, casi todas apoyan el paro, pero afuera sólo hay 20, más o menos las mismas de siempre, número que decrecerá a medida que transcurra la mañana. La mayoría viste ropas ligeras, sobre todo las chicas, que combinan el pantalón del uniforme con una blusa de calle; los compañeros se quitan las corbatas y quedan bien huachafos, pero no les importa.
  • Oye -le pregunto a una Secretaria-, ¿por qué has venido vestida con ropa de calle?
  • Para apoyar el paro, pues.
  • ¿Hoy no hay audiencia?
  • ¡No! si hubiera la doctora me mata. Además, si me llama tengo el saco arriba. Me lo pongo y listo.
El sol ya empieza a pesar como plomo, y son recién las 8:30, una compañera ha llegado más tarde que yo, y dice que va a apoyar el paro, pero primero va a comprar su desayuno. Es que estos paros son chacota, pues. Es aprovechado por la gente para tener un día de asueto. Todo se reduce a hacer la finta un rato y luego, al momento de ir a la marcha, libre. Para tu jefe, estás en paro; para los que están en paro, ahorita vuelves. Si por eso no llevan uniforme. A la marcha llegarán los mismos 4 o 5 que siempre llegan.
"Nómbrese una comisión para echar pintura amarilla a quienes estén paseando en el centro comercial del Centro Cívico; incáutense las tarjetas de Saga, Ripley y Oeschle a todos los sindicalizados el día del paro" Nadie toma en serio mis propuestas, je. La verdad, yo tampoco.
Pero es que -al menos en mi sede- nadie se toma muy en serio los paros y marchas; bueno, sí 4 o 5, los mismos de siempre. Eso no es novedad. Al rato se irán al centro comercial Risso o, mejor, a Las Begonias, ahí hay más tiendas. O a sus casas, si viven más o menos cerca, no se olviden que hay que marcar la salida.
  • Perdió Perú, ¿no? -me pregunta otro compañero.
  • Ajá, eso tampoco es novedad.

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Ya cerca de la hora de almuerzo, he de reconocer que me he equivocado. No se quedaron los 4 o 5 de siempre, sino sólo 3. Mientras salía a ver cómo iba la cosa, me crucé con dos asistentes de una Sala, no me acuerdo de cuál; iban sonrientes, vestiditas con frescas ropa de calle y lentes de sol. De dónde vendrán, jeje. Con tono de reprobación me dijo una:
  • Qué barbaridad, Julio, cómo escribes esas cosas del paro.
"De dónde vendrán", pienso. Lo seguro es que van a su oficina. Estar paradas afuera ya no está en sus planes por hoy. Y mientras se alejaban seguían hablándome, pero yo sólo alcancé a oír que decían algo como "cuando paguen bien que vas a cobrar". No te me pegues que tiznas, le dijo la olla a la sartén. Como no me gusta hablar a los gritos con nadie, no contesté.
Frente a mi sede, los muchachos de Mesa de Partes están arrimados en una pared, tratando de hacerse sombra. Están ahí hace poco. Primero fueron a desayunar, luego dieron unas vueltas por aquí, por allá esperando la hora del almuerzo. Sobre las 12:30 se van a comer. Hoy comerán rico, imagino, no hay prisas por volver. Aquí sólo quedan los 3 de siempre y este servidor. Hay botellas de gaseosa en el suelo. Hablan de la reunión de ayer, donde todo mundo dijo que no se irían, que permanecerían agrupados en la entrada principal, que viva el paro, que pásame la P, pásame la J, qué dice.
  • Estamos haciendo colecta para una banderola nueva -me dice una señora-, ¿cuánto vas a poner?
  • ¿Eso no debe salir de los fondos del sindicato?
  • De la Federación, más bien -me corrige-, pero cuando les pedimos nos dijeron que no porque no apoyamos.
El sol de veras es un martirio. Mirando al cielo descubrimos un avión que dejaba una estela muy bonita. Tómale foto, tómale foto. Clic. Ya lo tengo, pero sólo se ve la estela. Se me ocurre tomar fotos a la concurrencia, pero se niegan. De los 3, aceptan 2 y posan. Ya las enviaré mañana porque hay que cubrir los rostros, el paro no autoriza saltar derechos de otros. La canícula al mediodía es insoportable, por eso me extraña ver a la misma Secretaria de la mañana vistiendo saco. Venía a despedirse (no de mí):
  • Me voy a Lima a hacer mis cosas.
  • ¿Y el paro?
  • Ah, de veras. Me voy a Lima a apoyar el paro.
Todo se reduce, como dije hace un rato, a hacer la finta. Estás afuera un rato y luego sacas cuerpo. Hasta los abogados hace finta. Llegan en taxis, ven la banderola y se va a tomar un jugo en la esquina del frente. Luego abordan otros taxis y se van. Suficiente para emitir un recibo por honorarios. Alguno se detiene a decir "estoy con ustedes". Sí, claro; si está contando los días para que prescriba su caso.
  • ¿De aquí ya no regresa la gente, no?
  • Sí, a las 4:45.

sábado, 3 de marzo de 2012

Vamos a imaginar cómo perder una amiga

Vamos a imaginar en una timeline 10 años de mi existencia. Imaginemos que un día el Poder Judicial tiene el desatino de contratarme, dizque porque mi currículum me hacía idóneo para el puesto en un juzgado anticorrupción. Mentira, fue vara. Pero, vamos, ya estoy adentro. Así fue que comenzé a trabajar en el sistema que juzgaba por corrupción al mismo diablo, o sea, a Vladi, y a todos los que olían a azufre por juntarse con él.

Imaginemos luego que en mi puesto tengo que trabajar con cierta señorita, bien mirada por unos que le veían las tetas, mal vista por quienes se las envidiaban. Yo la miraba bien, con leve desencanto cuando supe que no era toda hija de Natura, sino que un cirujano plástico echó mano en su anatomía. Al cuerno con eso, se veía bien, además de mirar no pasaba ni quería pasar. Por otro lado, la señorita bien mirada por unos y mal vista por otros era amante de un vocal que venía con viada. As usual.

Imaginemos que unos años después la señorita bien mirada por unos y mal vista por otros ganó puesto de fiscal. Y, casualidades de la vida, yo también cambié de puesto: me trasladaron a la Sala Penal que era la instancia superior del juzgado que me contrató. Para ser exactos y no faltar al rigor de mi imaginación, he de decir que me confinaron a la ventanilla de la Mesa de Partes de la Sala.

E imaginemos que para atender la creciente carga de expedientes crean otra Sala Penal allí donde había una. Haciendo gala de imaginación las nombraron Sala A y Sala B.

Ahora hagamos un ejercicio exhaustivo de imaginación para lograr la siguiente imagen: la señorita bien mirada por unos, mal vista por otros, ahora fiscal, amante del vocal con viada, es hija de un uniformado que tuvo algunos cumbusbés con el diablo, o sea que parecía oler a azufre, pero se lo tenía guardadito. Houston, we have a problem. La señorita bien mirada por unos y mal vista por otros supo, quién sabe cómo, de la denuncia. La defensa antimisiles ya estaba lista, pero por si las dudas, el papito puso pies en polvorosa.

Esta denuncia, imaginemos, justo fue a caer en manos de un reverendo calzonudo, cosas del sistema aleatorio que nadie, absolutamente nadie puede engañar con el simple detalle de ingresar los datos el lunes en vez del viernes. Y el auto fue, unexpected, un "no ha lugar". Imaginemos que apelan y que el cuaderno llega a las manos de este servidor, titular de la ventanilla y quien debía decidir si iba a la Sala A o a la Sala B. Tableau!, como dicen los franceses.

Imaginemos que recibo el cuaderno y también, casi de inmediato, una llamada (Vamos a imaginar que tengo un nombre bonito, a ver, a ver, imaginemos que me llamo Julito):

- Aló, ¿Julito?- Era la señorita bien mirada por unos y mal vista por otros.
- A los tiempos.
- Me dicen que te han llevado un cuaderno, creo que es el 14. 
- Sí.
- ¿Y a qué Sala lo vas a mandar?
- A la "A".
- ¿Cómo así? O sea, es que ahí..., yo no tengo nada con las doctoras, ¿no?, pero ellas éstán predispuestas, ya tienen una cosa en la cabeza y meten a todos en el mismo saco, a veces injustamente, ¿no?
- Eso dicen, ¿no?
- No, sí, son así..., mira Julito, yo necesito que mandes eso a la Sala B, ahí la doctora..., este..., la morenita, ay, no me acuerdo su nombre, tiene un razonamiento más abierto, ¿entiendes, no?
- No mucho.
- ¿Qué criterios se usan para mandar las cosas a una sala o a otra?
- La fecha.
- ¿Y quién controla eso?
- Yo.
- ¿Tú? Sí, ya me habían dicho eso.
- ¿Y nadie te controla?
- Bueno, la encargada de controlarme es tu yunta, mi jefa, pero no sabe el sistema.
- ¿O sea que puedes mandar algo por error y no se dan cuenta?
- No, no se dan cuenta, si no saben.
- Entonces puedes mandar el 14 a la B?
- No, no puedo.
- ¿Por qué?
- Porque no, le toca a la A.
- Pero mira, en este caso está mi papá.
- Sí, ya sabía eso.
- Entonces con más razón, pues, si somos amigos de años, Julito. Es simple, ya Coco me hizo el favor con el no ha lugar, ahora falta confirmarlo; mi papá no tiene nada que ver aquí, él no es corrupto, lo que pasa es que justo ha coincidido su carrera con el gobierno, por eso están metiendo a todos.
- ¿O sea no tiene nada que ver él?
- Nada de nada.
- Ya pues, entonces la Sala va a confirmar al toque.
- Es que ahí vienen las doctoras, pues, ellas son muy cuadriculadas, muy cerradas, ¿entiendes?
- No mucho.
- ¿Pero puedes mandarlo a la B?
- No, no puedo.

Esa fue la última vez que hablé con la señorita bien mirada por unos y mal vista por otros, fiscal, ahora dignísima esposa del vocal que ya no es vocal, pero conserva la viada. La apelación fue a la Sala A, que igual confirmó el no ha lugar, pero a mí la señorita de marras me cortó el habla. Y yo que la veían tan bien. No importa, no eran de verdad, se las hizo el cirujano.

jueves, 1 de marzo de 2012

Demasiadas universidades

El otro día conversaba con dos amigos en la oficina sobre una colega cuyo desempeño no ha sido el que creían que iba a ser y que ya va agotando el crédito que tenía; vamos, que la para cagando y ya cansa. Entonces, no sé si en broma o en serio, uno preguntó:

- ¿Pero ella no tiene maestría?
- Compadre -dice Duku, señalando un auto judicial-, ella lee esto y no entiende.

Tal respuesta ha estado dando vueltas en mi cabeza estos dias. Yo tengo la desagradable costumbre de estar pensando en un tema cualquiera y tratar mentalmente de darle solución. Una vez solucionado, puedo estar tranquilo. A veces es entretenido, sin embargo es fastidioso cuando, como en este caso, no doy con una respuesta adecuada. Pero me quedan ideas.

¿Por qué esta compañera -y me estoy aguantando las ganas de identificarla- no entiende un auto cuando lo lee, si es abogada y tiene una maestría en derecho? O mejor debería preguntar, ¿si no entiende un auto judicial cuando lo lee, cómo diablos es que es abogada y tiene maestría? Y mira que digo leer, que escribir un auto ya está a distancia sideral de su entendimiento.

La respuesta pasa por la universidad. Ahí debes, en teoría, dejar atrás las taras de una eventual educación básica y llegar a poseer, fuera de la especialidad que elijas, una cultura general que te permita conducirte con suficiencia a nivel profesional.

A los muchos problemas que ya tenían las universidades peruanas, los noventa nos trajeron uno nuevo: su elevado número. Resulta que en el Perú tenemos actualmente 102 universidades (77  establecidas completamente y 25 en proceso de certificación, aunque funcionan). Y dos más están en proceso de formación; o sea que, en regla, debemos hablar de 104 universidades (37 públicas y 67 privadas) para una población de 29 millones de personas. Demasiado.

Para tener una idea de tal despropósito, hagamos una comparación: Francia, con una población de unos 65 millones de personas, tiene 85 universidades y Laurent Wauquiez, Ministro de Universidades y Educación, piensa que son demasiadas. España, con una población aproximada de 46 millones de personas, ostenta 78 universidades y se plantea seriamente la cuestión de fusionarlas. Pero aquí nadie se plantea el tema, básicamente porque las universidades se crean por conveniencia política más que por criterios académicos. De eso resulta que tenemos 102 universidades que muestran en conjunto un nivel paupérrimo. Se salvan dos o tres en todo el Perú y, mal que nos pese, ninguna es nacional.

Entonces más conveniente -y posible- parece ser una reforma de los currículos, eliminar el bachillerato automático, exigir tesis para el título y, esto es más importante, establecer criterios uniformes para entregar títulos, de modo que un alumno de la Católica, otro de la Villarreal y otro de la desconocida y mediocre Universidad de Ucayali tengan que enfrentar el mismo rigor académico al sustentar una tesis. A ver si siguen pariendo profesionales que dicen 'haiga' o 'aperturar', o que no entienden un auto cuando lo leen. Ya ni decir que lo escriban.

martes, 14 de febrero de 2012

Lectura: Maldita Ternura (Beto Ortiz)

Beto Ortiz es un periodista que tiene la enorme capacidad de escribir muy bien. Pero muy, muy bien. Sus crónicas de los años noventa que publicaba en Somos son en verdad una lectura obligatoria para quienes pretendan escribir cualquier cosa que se publicará. Por desgracia sus incursiones en TV nos han privado muchas veces del cronista sin rival que es, no se le puede culpar, claro, porque de escribir en diarios no se puede vivir en Perú.

Maldita Ternura es su primer libro. Sin embargo, llamarla novela es un poco forzado. Es cierto, hay una historia más o menos armada que narra el ascenso del protagonista -llamado Beto Ortiz- desde su puesto de reportero estrella pero misio de un noticiario dominical hasta la fama local como conductor de un programa de TV propio. En el camino el protagonista se dedica a seducir "pirañas" de una casa de rehabilitación ad-hoc, y les hará sus amantes. La predilección por uno de ellos, apodado El General, le llevará a una confrontación con la directora de la casa, también amante del susodicho "General", desembocando todo en un escándalo por pedofilia.

Sin embargo, es difícil leer el libro sin identificar claramente a los personajes con otros vigentes en la farándula local. Ello hace que la trama se pierda y la lectura se convierta en una involuntaria asistencia a chismes que invariablemente dejan mal parado al retratado.

El argumento principal se intercala con pequeñas historias de personajes que, sin tener conexión con la trama principal, tienen alguna relación con el protagonista Beto Ortiz y le hacen testigo de algo. El problema es que al conocer por medio de la lectura del libro ese 'algo' no podemos dejar, en virtud de la identificación de los personajes del libro con los de la farándula, de vincularlo con éstos.

Entonces, en realidad asistimos a la venganza del autor Beto Ortiz de sus enemigos por medio de su personaje Beto Ortiz. Y vaya que los destroza. Una vez que renunciamos a tratar el libro como una novela y nos damos sin empacho al juego que el autor propone (pero sin pacatería de viejas), realmente se disfruta del uso magistral del castellano que hace el autor, pródigo en retratar el habla coloquial de los personajes (periodistas que se codean con los bajos fondos de la ciudad) y el habla lumpen de los 'pirañas'. Una lección de castellano y de cómo escribir usando la bilis como tinta. Una venganza en toda regla. Una liberación. Buena.

Una sentencia

Yo estaba en mi silla prestada -hasta ahora no me dan una nueva-, leyendo. Llamó a la puerta Marjorie, La doctora quiere hablar contigo. ¿Qué será? Hacía tres meses que dejé la Secretaría de Mesa de Partes que me encomendaron..., es posible que el cuaderno de extradición que tramité haya regresado con alguna observación, pensaba, mientras subía las escaleras. Buenos días, doctora, ¿me mandó llamar? Sin medias tintas me dijo, Necesito relator, ¿le interesa? Me repuse al instante de la sorpresa, agradecí de inmediato y respondí que debía hablar antes con mi jefa. Hable ahora o hablo yo. Bajé al piso dos, Doctora, ¿puedo hablar con usted? Hola Julio, pasa. Me acaban de ofrecer la Relatoría de la Cuarta. ¿Y tu quieres aceptar? Es una oportunidad. Yo que tú acepto, vas a demostrarte a ti mismo lo que sabes, además relatorías no se ofrecen así nomás; de mí tienes todo el apoyo. Listo. Comienzas ahora mismo.

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A mí estas cosas del amigo secreto como que no me van. Por mí no hubiera participado, pero las chicas me han dicho que las doctoras sí participan y que el relator también debe participar. ¿Debe? Vaya un demonio, pero vamos, todavía no llevo un mes y no hay que ser mala gracia. Me ha tocado un chico al que casi no conozco, Manuel, ¿qué demonios le compro? El domingo me paso en Larcomar buscando un regalo, algo que todavía no sé qué es. Había una agenda de Mafalda, está bonita, me la compraría para mí más bien. Y el almuerzo es mañana.

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Me encontré con el tremendo lío de Rómulo León en la Relatoría. No bien me presentaron ya tenía encima a los servidores de Control Interno pidiendo tomos, sacando copias, haciendo preguntas. Yo recién asumí el cargo, doctor. Por lo menos hoy, mi primer día, esta excusa me los quita de encima. Chicos, ¿cuál es el despacho pendiente? Hay que tenerlo listo para mañana, me llama la doctora. Yo le digo, doctor, me dice con el tono expeditivo que le conocen, que usted no va a ser bienvenido aquí. A usted le nombro yo, como presidenta que soy, y esa es mi decisión. Pero a las otras dos doctoras no les ha caído bien..., cada una tiene sus preferencias y me quieren imponer su relator, pero yo le nombro a usted. Ándese con cuidado. Ahora vamos, le voy a presentar.

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El almuerzo de Navidad comenzó tarde pero estuvo rico. Y comenzó tarde porque el Mapache Gordo, procesado por corrupción, llegó tarde a la audiencia e hizo un escándalo cuando la suspendieron. Toda la prensa está afuera y no es el caso que nos vean en el chifa. Arroz chaufa, tallarines, pato asado (mi favorito), cerdo con algún tipo de hongos. Dos vocales al centro de la mesa y la tercera, Quistococha, al extremo, con sus asistentes. Ninguno de los tres participa en el amigo secreto y se irán luego de comer, el intercambio será al final. Mi regalo no salió de Larcomar sino de una tienda por departamentos, es un cinturón que me gustó mucho, vaya yo a saber si le gustará a Manuel. Tengo por si las dudas un ticket de cambio, ¿se lo doy o no?

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Doctora, le vengo a presentar al doctor aquí presente -dijo la Presidenta a la doctora Lesi-, va a asumir la Relatoría. Una mirada de desconfianza sin disimulo se cruzó con la mía, ya prevenida. Tenía calor pero llevaba el terno con el mayor aplomo posible. La doctora Lesi me preguntó a quemarropa, ¿Y usted ha sido relator antes? Nunca digas la palabra "no" en una respuesta. Hasta hoy he trabajado en la Relatoría de la Primera Sala y tengo bastante experiencia en esa área. Ya no preguntó más, quizá porque no oyó el "no" que esperaba. Sigue la doctora Quistococha, la tercera vocal: El doctor aquí presente va a sumir la Relatoría en reemplazo de Yudit, le vengo a presentar. La mirada de la doctora Quistococha era de franca hostilidad: ni siquiera me saludó, directamente habló a la Presidenta: Doctora, creí que iba a considerar otras opciones. No doctora, yo he nombrado al doctor aquí presente.

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La sala de audiencias de la Base Naval del Callao es un lugar feo. Allí había citado la Sala al Mapache Gordo, ex parlamentario por el partido del nipón encarcelado por asesino y por corrupto para leerle su sentencia. El Mapache Gordo estaba procesado, cómo no, por corrupción. Habíamos llegado algo tarde pero las magistradas ya estaba en la sala de deliberaciones con la sentencia. Todo estaba preparado..., pero las vocales no salían. ¿Ya salen? No sé. ¿Por qué demoran, no tienen la sentencia lista? Sí la tienen, pero no sé porqué demoran. Finalmente, salen las magistradas, pero con unas caras agrias, expresiones contrariadas, ha de ser por la prensa. Han demorado casi veinte minutos. Se inicia la lectura de la sentencia.

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Dónde me fui a meter, doctora. Resulta que las vocales están más o menos peleadas entre ellas. Sí, yo sabía algo de eso. Y por qué no me dijo, pienso. Qué habrá pasado, no lo sé. Ahora, doctora, voy a estar en el medio de sus disputas, pero yo me apoyaré en la Presidenta, que es quien me ha nombrado y por.... No, no, -me interrumpió-, tú te tienes que apoyar en las tres porque tú eres el relator de la Sala, no de la presidenta; tú tienes que ser neutral con las tres porque si no no vas a poder trabajar. Mire, doctora, mi primer día y de lo que me vengo a enterar.

(continuará)

jueves, 2 de febrero de 2012

¡Al fin uno!

El diario español El País (a cuya lectura diaria me dedico hace varios años y que recomiendo a todos los lectores entusiastas de Trome y otros pasquines como ese) ha publicado ayer un nuevo post del escritor peruano Iván Thays, en el que comenta el nuevo libro de Gustavo Rodríguez, si quieres leerlo, haz clic aquí, pero ese no es el motivo de mi comentario, sino el siguiente:

Haciendo un alto al tema de su entrada, Thays confiesa que hace una pataleta al afirmar que es de los pocos que "detesta la burbuja de aire que llaman el boom de la gastronomía peruana". Bien dicho y apoyo esa moción. Tampoco cree el autor que nuestra comida sea la mejor del mundo, como gustamos los peruanos de afirmar utilizando el mismo criterio que usamos para decir que nuestra mamá, y no la del vecino, es la más linda del mundo. Más bien le parece que nuestros potajes son "un petardo de carbohidratos al cubo" que los nutricionistas deberían prohibir. También apoyo eso. Y estoy completamente de acuerdo en la idea de que necesitamos el reconocimiento extranjero para sentir respeto por nosotros mismos. No se entiende de otro modo la afirmación unánime de que un cebiche es mejor que cualquier otra cosa en el mundo sin haber probado antes una buena muestra de comida de otro lares (y por otros lares no me refiero a haber ido cinco días a Miami).

En algún lugar leí que para acabar con nacionalismos y chauvinismos no hay mejor remedio que viajar y ver que allá afuera hay mundos de variedad, otras formas de ver las cosas y de enfrentar la vida.., o de comer, para no salirnos del tema. Mientras no tengamos con qué comparar, es mucha pechuga decir que somos los mejores del mundo en cocina, si nos falta mucho para ser siquiera conocidos en el mundo (tacos y sushi hay en todos lados, pero no causa ni anticuchos).

Bien Thays, me gusta la gente que no se conforma con repetir lo que dice todo el mundo.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Lectura: Sudor

Enero sí que he estado flojo en el blog. Se debe a que me he dedicado a leer más que de costumbre, así que hoy postearé mis impresiones sobre un libro que encontré al cómodo precio de 9.90 soles. Sí, ya sé que anteriormente me llevé un chasco, pero en este caso era de mi querido autor brasilero Jorge Amado; el librito se llama Sudor.

Editada en 1934, esta obra es distinta a sus consagradas novelas. Narra en capítulos cortos, en párrafos casi sueltos la vida de la ladera del Pelourinho, uno de los barrios más pobres de Bahía, donde la gente convive con cucarachas y ratas en medio de la miseria absoluta, miseria que, sin embargo, no les hace perder la alegría.

Amado narra, como he dicho, fragmentos que al principio parecen no tener entre ellos una línea conductora, pero que al final, como un rompecabezas, van dando forma a un cuadro desgarrador que muestra los sufrimientos y la lucha por sobrevivir de personajes marginales y olvidados: mendigos, prostitutas, vagabundos, cargadores, lavanderas, vendedores, costureras y tuberculosas, todos inquilinos de cuartuchos pequeños, oscuros e insalubres de un edificio. Pero al mostrar esa lucha diaria por sobrevivir el cuadro también nos muestra la alegría, solidaridad y esperanza de los personajes, y acaba así por ser también tierno y conmovedor en su conjunto. Toda una obrita maestra.

miércoles, 11 de enero de 2012

Otro lindo cruce

Aquí hay otra buena muestra de que estamos listos para vivir en Macondo, miren este paso para peatones en el que el paso de cebra va a dar al césped, mientras la acera está justo al lado:


 

Es decir, quien decida cruzar correctamente por el paso de cebra debe pisar el césped; ahora, si usas la acera correctamente, estarás cruzando la avenida Arequipa por donde no debes y siendo pasible de una 'papeleta peatonal'. ¿Quién es responsable de esto? Vaya uno a saber.

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