lunes, 18 de marzo de 2013

Google cierra Reader


El anuncio de Google de cerrar el Google Reader me ha cogido por sorpresa. Una desagradable sorpresa. La explicación de la empresa es sencilla: los usuarios disminuyen y se concentrarán en menos productos, verbigracia, su red social Google+, convertida ya en una especie de obsesión.

Y sí, es sencilla para ellos. Pero a mí me ha dejado enojado y con una sensación de orfandad porque el Reader es de lejos la aplicación que más uso, prácticamente todo el día.

Tiene razón Enrique Dans cuando dice que Google desprecia a sus usuarios y que no se puede confiar en ella. Un lector de RSS (eso es Reader) ayuda a lidiar con grandes cantidades de información especializada.

Aunque algunos digan que la gente ahora prefiere las redes sociales para informarse, no es cierto. Allí proliferan los "trending topics" y los "me gusta" y eso, en suma, es sensacionalismo. Uno no busca información en una red social, se la encuentra y la consume por impulso.

En cambio, el usuario de un lector de RSS recibe información especializada sobre temas él mismo escoge, de las fuentes que él elige, y selecciona lo que le interesa leer, lo marca, guarda o etiquetamos para usarlo después como referencia. Es bien diferente.

Y echar a esos usuarios con la esperanza de que vayan a Google+ es un sinsentido, porque buscar información en un lector de RSS es lo contrario a encontrarla en una red social. Al menos yo no iré ni a balas a Google+.

Le lección es que ya no se puede confiar en Google. Hace poco tuve que buscar un reemplazo para Picasa Web Albums porque se convirtió en Google Fotos y fue integrado en Google+: de pronto, mis fotos privadas fueron puestas en una red social. 

Pero hacer lo mismo con Reader no fue buena idea. Sí, Google se olvidó del "Don't be evil". Ya va siendo tiempo de olvidarse de Google para servicios que no sean la búsqueda en internet.


P.D.: En cuanto al reemplazo, he probado varios servicios (The Old Reader, Flipboard, Zite, Pulse), y me he quedado con Feedly. 

viernes, 1 de marzo de 2013

Medellín innovadora


Hoy apareció una noticia en El Tiempo, diario colombiano, anunciando que Medellín había ganado el premio a la ciudad más innovadora del mundo. El premio es entregado por Citi y The Wall Street Journal y la capital de Antioquia se impuso a Tel Aviv y New York.

Y es inevitable al leer una noticia semejante en que Lima, la caótica y fea Lima, ni siquiera está cerca.

¿Y de qué va el premio de ciudad innovadora? Pues eso mismo, premias las soluciones novedosas en beneficio de sus habitantes. Y Medellín ha ganado por la transformación que ha experimentado en los últimos veinte años.

Pero lo extraordinario de esta transformación es que nada tiene de extraordinario. El gran cambio de Medellín se ha basado en premisas muy simples: infraestructura de transporte, construcción de espacios culturales públicos y gestión de servicios públicos.

En Lima mientras tanto se debaten miserias. Allá también -como en Lima- la gente más pobre habita cerros, pero hace dos décadas se implementan soluciones ingeniosas como escaleras eléctricas y teleféricos (llamados Metrocable) que no sólo van de la base a la cima, sino que se conectan con el Transmilenio, su sistema de buses. Adicionalmente, la ciudad ha invertido mucho dinero en construir parques equipados con bibliotecas gratuitas en las zonas más pobres. ¿Y en qué terreno construían? Pues se lo compraban a los moradores que vivían en cobachas, y les ayudaron a comprar mejores viviendas. El beneficio es múltiple. La gente vivía en casas más dignas, el barrio mejoraba porque aparte de la biblioteca hay servicios públicos adecuados y eficientes. El resultado es sorprendente: en veinte años la tasa de criminalidad ha disminuido en ochenta por ciento.

En veinte años, ¿cuánto alcaldes han pasado por Medellín en veinte años? Varios. Pero todos tenían un compromiso común, continuar lo que el otro hacía.


Vista del Metrocable (imagen de El Tiempo).

En Lima, como dije, se debaten miserias. Cuando Andrade fue elegido encontró un caos y trabajó duro para recuperar Lima. Lo hizo muy bien a pesar de que el ladrón japonés le puso en el camino cuanta piedra encontró. El mejor alcalde que Lima tuvo se fue tras dos periodos exitosos y llegó Castañeda, que simplemente deshizo lo que estaba en marcha y lo comenzó de nuevo, con otros nombres, otros colores. Cuando se fue, llegó Villarán y cometió el mismo error. Todos quieren ser los iniciadores del cambio. Y así nada cambia.

Leyendo que en los parques públicos de Medellín hay bibliotecas gratuitas atendidas por personal profesional, que han logrado que la gente más pobre -particularmente niños- adquiera el hábito de leer y estudiar, no puedo dejar de recordar que en los parques zonales de Lima no hay nada parecido. Hay más bien estúpidas "lagunas" y que son un desperdicio de agua en una ciudad que está en el desierto.

Si hay acceso a la cultura (que en zonas pobres debe ser gratuita), se entiende que las tasas de criminalidad bajen. Es más difícil que alguien con una cultura formada, con el entendimiento claro, con la formación básica adecuada caiga en el crimen. Pero se necesita trabajo a largo plazo, se necesita que uno continúe lo que deja el otro, se necesita sentido común y se necesita dejar ambiciones de lado (todos los alcaldes de Lima han postulado a la presidencia, sin éxito).

De Medellín leí todo esto, de Lima leo en las noticias de hoy los nuevos insultos y enfrentamiento entre los partidarios del sí, y del no. Como dije, se debaten miserias.


Escalera eléctrica en un cerro de Medellín. La Policía acompaña a niños, ancianos y discapacitados para prevenir accidentes. Foto de Getty Images.

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