sábado, 29 de octubre de 2011

Acabó la telenovela

El 19 de mayo pasado yo escribí una entrada quejándome de la telenovela en que se había convertido el caso de Ciro Castillo. Esta por fin ha terminado con el hallazgo del cadáver. No diré que acabó de la peor manera porque desde casi el principio estuvo claro que el pobre tipo estaba muerto. En efecto, así fue. Todo indica que falleció el 5 de abril, el mismo día que se separó de su novia, al desbarrancarse solito a 800 metros de la zona de las mochilas.

Entonces la cosa ocurrió así: la pareja llegó a Chivay el 30 de marzo. El 31 partieron a Tapay, ubicada a unos 37 kilómetros en línea recta. Siguiendo la escarpada geografía la distancia es bastante mayor.  En la tarde llegaron a la fortaleza de Chimba; ahí descansaron. En este trayecto perdieron una mochila con víveres y carpas. El 1 de abril comenzaron el ascenso al nevado Bomboya, rumbo a Tapay. El trayecto debía durar unas 14 horas y ese día camparon en una cueva. Al día siguiente llegaron a una planicie donde volvieron a acampar porque llovía. El 3 de abril la marcha se hizo más lenta porque Rosario tenía sangrado vaginal. El 4 llegaron a una zona llamada Casca y, siempre según Rosario, creyeron haberse perdido. Entonces acamparon en otra cueva. Estaban a 3,500 metros sobre el nivel del mar y a 4 grados celsius bajo cero. Este último campamento es la llamada "zona de las mochilas". Cuando Rosario despertó el 5 de abril ya no encontró a Ciro. Supuso que había ido a Tapay a buscar ayuda. El pueblo está a siete kilómetros del Bomboya.

Esta es una incongruencia porque uno sale a buscar ayuda como quien va a comprar el pan, sin avisar. Lo más probable es que Rosario sí supiera que Ciro salía rumbo a Tapay, pero que lo negara luego debido al acoso de una prensa que ya la tenía por culpable. Sabiendo o no, el caso es que parece ser que Ciro salió solo y tomó -según los rescatistas mexicanos- el camino más difícil, una zona llena de abismos, pudiendo haber optado por otra más sencilla, si sumamos el hecho de que iba calzado con zapatillas ligeras -fácil es resbalar con ellas- y no con sus botas para alta montaña, podemos tener por cierto que estaba desorientado. Ahí cobra sentido el dicho de Rosario que "salió a ver la luces de Tapay", o sea, salió tras un punto de referencia. Luego, es difícil creer que Ciro se fuera sin avisarle. Pero esto no da ni quita nada.

Tampoco está claro cuánto tiempo esperó Rosario antes de abandonar el campamento. Tampoco importa mucho en realidad, el caso es salió y, perdida como estaba, casi corre la suerte de su compañero: el 13 de abril fue encontrada medio muerta, y ese día ella les dijo a los rescatistas "Ciro está por la zona de las mochilas", o sea, cerca del campamento. Esto también llama a la suspicacia. ¿Cómo sabía que estaba por ahí, tan cerca, y no por otra zona? No lo sabremos nunca. Lo claro es que Ciro se desbarrancó solito a unos 800 metros de la zona de las mochilas, donde Rosario dijo que estaría. Cayó dando tumbos por una pendiente de más de un kilómetro de hondo y empinada como una pared; la causa de su muerte, politraumatismos severos.

¿Por qué tardaron 206 días en dar con el cuerpo? Bueno, cuando los rescatistas mexicanos llegaron, la Policía les dijo que ya habían 'peinado' la zona de las mochilas y que no habían hallado nada. Entonces -confiados- diseñaron un plan para buscar donde no lo habían hecho aún. Perdieron cuatro meses y sólo cuando terminaron sin ningún resultado fue que decidieron explorar de nuevo por donde ya había buscado la Policía. ¡Quiá! Nadie les dijo a los mexicanos que lo primero que debían hacer era desconfiar de la Policía Nacional.

Parece que me equivoqué cuando escribí en el post del 19 de mayo que Rosario debía ser sujeta de investigaciones. Por lo menos quedan lecciones. Una prensa criminal, una mujer que pudo actuar mejor ante las sospechas, una familia que dando sepultura a su muerto ha encontrado el consuelo que les permite seguir viviendo y -este se lleva las palmas- un padre que movió cielo y tierra para hallar a su hijo. Vaya una lección de entereza.

La ruta entre Madrigal y Tapay, con el Bombaya en medio.


viernes, 28 de octubre de 2011

Tres citas

Escribió Winston Churchill que cuando uno enfrenta tiempos difíciles, cuando aparentemente no hay soluciones, cuando todo se cubre de brumas y dudas, siempre queda la opción de actuar de acuerdo a las propias convicciones. Tengo ganas de leer eso de nuevo, recuerdo el libro, pero no anoté la cita.

"Tú analiza tus propias contradicciones y accederás al sosiego". Sí recuerdo esta cita: José Camilo Cela, en "La cruz de San Andrés", página 19. Planeta, 2004.

"...tú no sabes que oscuro pozo es el corazón de la gente". Jorge Amado, "Doña Flor y sus dos maridos", edición de 2002, creo. Me gustaría glosar todo el párrafo porque así me siento, pero, pero, siempre habrá un pero esta noche, pero el estante con los libros está lejos de mi mano, sería menester ponerse de pie para llegar a él. Tendría que ser experto en anatomía para decir qué parte de mi cuerpo no tiene ahora mismo un desgano colosal, unas ganas de mandar todo al demonio.  Hoy estoy cansado, realmente cansado...

jueves, 20 de octubre de 2011

Mil lectores

No me había dado cuenta de que el marcador del blog indica "1008". Eso significa que 1008 veces han caído incautos por esta modesta página, a pesar de lo inconstante que es el autor. Este blog se inició el 23 de diciembre de 2009 como un lugar en el que pudiera escribir lo que me viniera en gana. Y así ha sido desde entonces. Qué bueno saber que unos pocos me han leído, ese es un estímulo muy importante para mí, así quiero postear más. A los que me leen de vez en cuando, muchas gracias (y aprovecho para saludar a mi amiga Anita, que -sospecho- tiene un porcentaje importante de ese 1008) y a los que llegan por primera vez a mi página, espero poder convencerlos de que regresen. Ha tomado 22 meses en alcanzar el primer mil. A ver cuánto tarda en llegar a dos mil. Gracias.

jueves, 6 de octubre de 2011

Steve Jobs ha muerto

Steve Jobs nos ha dejado ayer.

Y nos ha abandonado un genio, un visionario, un jefe tirano (je, je) capaz de llamar un día a sus ingenieros y pedirles que diseñen "un teléfono que funcione con un sólo botón. Arréglensela", y ahí está el iPhone, un tipo obsesivo que controlaba cada detalle con severidad, desde el diseño hasta el cable, el enchufe y el empaque final. Pero gracias a eso Apple, su querida empresa, es lo que es hoy, sus productos contienen la última tecnología, pero a la vez son increíblemente intuitivos y simples, sencillamente funcionan a la perfección. Ese hombre nos ha dejado y de veras me apena.

Bueno, dicen que el futuro está en la nube ¿no?, podemos imaginar que Steve ya está ahí.

Hasta siempre, Steve.

(Foto: Apple)

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