sábado, 31 de marzo de 2012

Viva la huelga


Con motivo del paro de trabajadores de Poder Judicial, me dio por escribir dos cartitas en la intranet de ese poder del Estado. Como siempre, ha habido elogios (los más) y críticas. También caras largas y ceños fruncidos  de parte de quienes se han sentido aludidos. Pero como no he nombrado ni siquiera aludido a nadie, a nadie debo nada. O como dice el refrán, al que le caiga el guante, que se lo chante.

La primera carta fue enviada a las 8:30 de la mañana, la segunda, sobre las 1:00 de la tarde. Iba a escribir otra a la hora de salida, y de hecho la empecé, pero me dio pereza.

Ahora las transcribo en mi blog porque el Poder Judicial cada cierto tiempo borra los correos antiguos y no quiero que se me pierdan.

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Acabo de llegar a la oficina, un poco retrasado por el tráfico, pero alcancé a marcar mi fotocheck dentro del tiempo de tolerancia:
  • ¿Marcar fotocheck?, ¿no apoyas el paro?
  • Tranquilo, todo el mundo marca cuando hay paro.
  • Ah, bueno, eso sí.
Ya he visto la banderola que está en la puerta de mi sede, ¡VIVA LA HUELGA!, mis compañeros me llaman a gritos, haciendo chacota me dicen ¡amarillo, fuera, ven a la lucha! Es que estos paros son chacota, pues. Yo voy más bien a mi escritorio, a dejar mis discos (originales) de Mozart. En mi sede hay unas 80 personas, casi todas apoyan el paro, pero afuera sólo hay 20, más o menos las mismas de siempre, número que decrecerá a medida que transcurra la mañana. La mayoría viste ropas ligeras, sobre todo las chicas, que combinan el pantalón del uniforme con una blusa de calle; los compañeros se quitan las corbatas y quedan bien huachafos, pero no les importa.
  • Oye -le pregunto a una Secretaria-, ¿por qué has venido vestida con ropa de calle?
  • Para apoyar el paro, pues.
  • ¿Hoy no hay audiencia?
  • ¡No! si hubiera la doctora me mata. Además, si me llama tengo el saco arriba. Me lo pongo y listo.
El sol ya empieza a pesar como plomo, y son recién las 8:30, una compañera ha llegado más tarde que yo, y dice que va a apoyar el paro, pero primero va a comprar su desayuno. Es que estos paros son chacota, pues. Es aprovechado por la gente para tener un día de asueto. Todo se reduce a hacer la finta un rato y luego, al momento de ir a la marcha, libre. Para tu jefe, estás en paro; para los que están en paro, ahorita vuelves. Si por eso no llevan uniforme. A la marcha llegarán los mismos 4 o 5 que siempre llegan.
"Nómbrese una comisión para echar pintura amarilla a quienes estén paseando en el centro comercial del Centro Cívico; incáutense las tarjetas de Saga, Ripley y Oeschle a todos los sindicalizados el día del paro" Nadie toma en serio mis propuestas, je. La verdad, yo tampoco.
Pero es que -al menos en mi sede- nadie se toma muy en serio los paros y marchas; bueno, sí 4 o 5, los mismos de siempre. Eso no es novedad. Al rato se irán al centro comercial Risso o, mejor, a Las Begonias, ahí hay más tiendas. O a sus casas, si viven más o menos cerca, no se olviden que hay que marcar la salida.
  • Perdió Perú, ¿no? -me pregunta otro compañero.
  • Ajá, eso tampoco es novedad.

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Ya cerca de la hora de almuerzo, he de reconocer que me he equivocado. No se quedaron los 4 o 5 de siempre, sino sólo 3. Mientras salía a ver cómo iba la cosa, me crucé con dos asistentes de una Sala, no me acuerdo de cuál; iban sonrientes, vestiditas con frescas ropa de calle y lentes de sol. De dónde vendrán, jeje. Con tono de reprobación me dijo una:
  • Qué barbaridad, Julio, cómo escribes esas cosas del paro.
"De dónde vendrán", pienso. Lo seguro es que van a su oficina. Estar paradas afuera ya no está en sus planes por hoy. Y mientras se alejaban seguían hablándome, pero yo sólo alcancé a oír que decían algo como "cuando paguen bien que vas a cobrar". No te me pegues que tiznas, le dijo la olla a la sartén. Como no me gusta hablar a los gritos con nadie, no contesté.
Frente a mi sede, los muchachos de Mesa de Partes están arrimados en una pared, tratando de hacerse sombra. Están ahí hace poco. Primero fueron a desayunar, luego dieron unas vueltas por aquí, por allá esperando la hora del almuerzo. Sobre las 12:30 se van a comer. Hoy comerán rico, imagino, no hay prisas por volver. Aquí sólo quedan los 3 de siempre y este servidor. Hay botellas de gaseosa en el suelo. Hablan de la reunión de ayer, donde todo mundo dijo que no se irían, que permanecerían agrupados en la entrada principal, que viva el paro, que pásame la P, pásame la J, qué dice.
  • Estamos haciendo colecta para una banderola nueva -me dice una señora-, ¿cuánto vas a poner?
  • ¿Eso no debe salir de los fondos del sindicato?
  • De la Federación, más bien -me corrige-, pero cuando les pedimos nos dijeron que no porque no apoyamos.
El sol de veras es un martirio. Mirando al cielo descubrimos un avión que dejaba una estela muy bonita. Tómale foto, tómale foto. Clic. Ya lo tengo, pero sólo se ve la estela. Se me ocurre tomar fotos a la concurrencia, pero se niegan. De los 3, aceptan 2 y posan. Ya las enviaré mañana porque hay que cubrir los rostros, el paro no autoriza saltar derechos de otros. La canícula al mediodía es insoportable, por eso me extraña ver a la misma Secretaria de la mañana vistiendo saco. Venía a despedirse (no de mí):
  • Me voy a Lima a hacer mis cosas.
  • ¿Y el paro?
  • Ah, de veras. Me voy a Lima a apoyar el paro.
Todo se reduce, como dije hace un rato, a hacer la finta. Estás afuera un rato y luego sacas cuerpo. Hasta los abogados hace finta. Llegan en taxis, ven la banderola y se va a tomar un jugo en la esquina del frente. Luego abordan otros taxis y se van. Suficiente para emitir un recibo por honorarios. Alguno se detiene a decir "estoy con ustedes". Sí, claro; si está contando los días para que prescriba su caso.
  • ¿De aquí ya no regresa la gente, no?
  • Sí, a las 4:45.

sábado, 3 de marzo de 2012

Vamos a imaginar cómo perder una amiga

Vamos a imaginar en una timeline 10 años de mi existencia. Imaginemos que un día el Poder Judicial tiene el desatino de contratarme, dizque porque mi currículum me hacía idóneo para el puesto en un juzgado anticorrupción. Mentira, fue vara. Pero, vamos, ya estoy adentro. Así fue que comenzé a trabajar en el sistema que juzgaba por corrupción al mismo diablo, o sea, a Vladi, y a todos los que olían a azufre por juntarse con él.

Imaginemos luego que en mi puesto tengo que trabajar con cierta señorita, bien mirada por unos que le veían las tetas, mal vista por quienes se las envidiaban. Yo la miraba bien, con leve desencanto cuando supe que no era toda hija de Natura, sino que un cirujano plástico echó mano en su anatomía. Al cuerno con eso, se veía bien, además de mirar no pasaba ni quería pasar. Por otro lado, la señorita bien mirada por unos y mal vista por otros era amante de un vocal que venía con viada. As usual.

Imaginemos que unos años después la señorita bien mirada por unos y mal vista por otros ganó puesto de fiscal. Y, casualidades de la vida, yo también cambié de puesto: me trasladaron a la Sala Penal que era la instancia superior del juzgado que me contrató. Para ser exactos y no faltar al rigor de mi imaginación, he de decir que me confinaron a la ventanilla de la Mesa de Partes de la Sala.

E imaginemos que para atender la creciente carga de expedientes crean otra Sala Penal allí donde había una. Haciendo gala de imaginación las nombraron Sala A y Sala B.

Ahora hagamos un ejercicio exhaustivo de imaginación para lograr la siguiente imagen: la señorita bien mirada por unos, mal vista por otros, ahora fiscal, amante del vocal con viada, es hija de un uniformado que tuvo algunos cumbusbés con el diablo, o sea que parecía oler a azufre, pero se lo tenía guardadito. Houston, we have a problem. La señorita bien mirada por unos y mal vista por otros supo, quién sabe cómo, de la denuncia. La defensa antimisiles ya estaba lista, pero por si las dudas, el papito puso pies en polvorosa.

Esta denuncia, imaginemos, justo fue a caer en manos de un reverendo calzonudo, cosas del sistema aleatorio que nadie, absolutamente nadie puede engañar con el simple detalle de ingresar los datos el lunes en vez del viernes. Y el auto fue, unexpected, un "no ha lugar". Imaginemos que apelan y que el cuaderno llega a las manos de este servidor, titular de la ventanilla y quien debía decidir si iba a la Sala A o a la Sala B. Tableau!, como dicen los franceses.

Imaginemos que recibo el cuaderno y también, casi de inmediato, una llamada (Vamos a imaginar que tengo un nombre bonito, a ver, a ver, imaginemos que me llamo Julito):

- Aló, ¿Julito?- Era la señorita bien mirada por unos y mal vista por otros.
- A los tiempos.
- Me dicen que te han llevado un cuaderno, creo que es el 14. 
- Sí.
- ¿Y a qué Sala lo vas a mandar?
- A la "A".
- ¿Cómo así? O sea, es que ahí..., yo no tengo nada con las doctoras, ¿no?, pero ellas éstán predispuestas, ya tienen una cosa en la cabeza y meten a todos en el mismo saco, a veces injustamente, ¿no?
- Eso dicen, ¿no?
- No, sí, son así..., mira Julito, yo necesito que mandes eso a la Sala B, ahí la doctora..., este..., la morenita, ay, no me acuerdo su nombre, tiene un razonamiento más abierto, ¿entiendes, no?
- No mucho.
- ¿Qué criterios se usan para mandar las cosas a una sala o a otra?
- La fecha.
- ¿Y quién controla eso?
- Yo.
- ¿Tú? Sí, ya me habían dicho eso.
- ¿Y nadie te controla?
- Bueno, la encargada de controlarme es tu yunta, mi jefa, pero no sabe el sistema.
- ¿O sea que puedes mandar algo por error y no se dan cuenta?
- No, no se dan cuenta, si no saben.
- Entonces puedes mandar el 14 a la B?
- No, no puedo.
- ¿Por qué?
- Porque no, le toca a la A.
- Pero mira, en este caso está mi papá.
- Sí, ya sabía eso.
- Entonces con más razón, pues, si somos amigos de años, Julito. Es simple, ya Coco me hizo el favor con el no ha lugar, ahora falta confirmarlo; mi papá no tiene nada que ver aquí, él no es corrupto, lo que pasa es que justo ha coincidido su carrera con el gobierno, por eso están metiendo a todos.
- ¿O sea no tiene nada que ver él?
- Nada de nada.
- Ya pues, entonces la Sala va a confirmar al toque.
- Es que ahí vienen las doctoras, pues, ellas son muy cuadriculadas, muy cerradas, ¿entiendes?
- No mucho.
- ¿Pero puedes mandarlo a la B?
- No, no puedo.

Esa fue la última vez que hablé con la señorita bien mirada por unos y mal vista por otros, fiscal, ahora dignísima esposa del vocal que ya no es vocal, pero conserva la viada. La apelación fue a la Sala A, que igual confirmó el no ha lugar, pero a mí la señorita de marras me cortó el habla. Y yo que la veían tan bien. No importa, no eran de verdad, se las hizo el cirujano.

jueves, 1 de marzo de 2012

Demasiadas universidades

El otro día conversaba con dos amigos en la oficina sobre una colega cuyo desempeño no ha sido el que creían que iba a ser y que ya va agotando el crédito que tenía; vamos, que la para cagando y ya cansa. Entonces, no sé si en broma o en serio, uno preguntó:

- ¿Pero ella no tiene maestría?
- Compadre -dice Duku, señalando un auto judicial-, ella lee esto y no entiende.

Tal respuesta ha estado dando vueltas en mi cabeza estos dias. Yo tengo la desagradable costumbre de estar pensando en un tema cualquiera y tratar mentalmente de darle solución. Una vez solucionado, puedo estar tranquilo. A veces es entretenido, sin embargo es fastidioso cuando, como en este caso, no doy con una respuesta adecuada. Pero me quedan ideas.

¿Por qué esta compañera -y me estoy aguantando las ganas de identificarla- no entiende un auto cuando lo lee, si es abogada y tiene una maestría en derecho? O mejor debería preguntar, ¿si no entiende un auto judicial cuando lo lee, cómo diablos es que es abogada y tiene maestría? Y mira que digo leer, que escribir un auto ya está a distancia sideral de su entendimiento.

La respuesta pasa por la universidad. Ahí debes, en teoría, dejar atrás las taras de una eventual educación básica y llegar a poseer, fuera de la especialidad que elijas, una cultura general que te permita conducirte con suficiencia a nivel profesional.

A los muchos problemas que ya tenían las universidades peruanas, los noventa nos trajeron uno nuevo: su elevado número. Resulta que en el Perú tenemos actualmente 102 universidades (77  establecidas completamente y 25 en proceso de certificación, aunque funcionan). Y dos más están en proceso de formación; o sea que, en regla, debemos hablar de 104 universidades (37 públicas y 67 privadas) para una población de 29 millones de personas. Demasiado.

Para tener una idea de tal despropósito, hagamos una comparación: Francia, con una población de unos 65 millones de personas, tiene 85 universidades y Laurent Wauquiez, Ministro de Universidades y Educación, piensa que son demasiadas. España, con una población aproximada de 46 millones de personas, ostenta 78 universidades y se plantea seriamente la cuestión de fusionarlas. Pero aquí nadie se plantea el tema, básicamente porque las universidades se crean por conveniencia política más que por criterios académicos. De eso resulta que tenemos 102 universidades que muestran en conjunto un nivel paupérrimo. Se salvan dos o tres en todo el Perú y, mal que nos pese, ninguna es nacional.

Entonces más conveniente -y posible- parece ser una reforma de los currículos, eliminar el bachillerato automático, exigir tesis para el título y, esto es más importante, establecer criterios uniformes para entregar títulos, de modo que un alumno de la Católica, otro de la Villarreal y otro de la desconocida y mediocre Universidad de Ucayali tengan que enfrentar el mismo rigor académico al sustentar una tesis. A ver si siguen pariendo profesionales que dicen 'haiga' o 'aperturar', o que no entienden un auto cuando lo leen. Ya ni decir que lo escriban.

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