martes, 13 de noviembre de 2012

Tacna

Llegué -es decir, llegamos, pero este es un blog personal- a Tacna casi a las nueve de la noche, tras hora y media de vuelo. En la ciudad más septentrional del país nos recibió una brisa fría..., y el SENASA, dispuesto a incautar cualquier fruta en el equipaje, que bueno porque por un segundo pensé que creían que traíamos el dengue, jeje.

La ruta al centro de la ciudad es de unos seis kilómetros y a primera vista, de noche, Tacna se ve tranquila y limpia, me recuerda mucho a Trujillo, pero no sé por qué.

Al entrar al cercado recorrimos una avenida amplia, la Bolognesi, cuya isla tiene un paseo flaqueado por añejas palmeras en perfecta fila. Dan ganas de dejar el taxi y caminar por allí. Ahí esta el Gran Hotel Tacna, otrora el Turistas, pero allí mis viáticos darían sólo para dos días..., la cosa es que al día siguiente descubrí que es la avenida principal, llena de comercios, oficinas y gente. 

Por ahora lo necesario es ir al hotel. Un grupo, la mayoría, decidió por el Bolívar, pero nosotros -tres- nos instalamos en el San Martín, después de todo, siempre me ha caído mejor el Generalísimo. Además tiene una buena vista desde el comedor en el quinto piso. 

El lunes salimos temprano rumbo a la fiscalía, pero el taxista se perdió, luego supimos que el edificio de la nueva sede está en construcción y los despachos están diseminados en la ciudad, pero eso fue luego de llegar tarde. Sin embargo, las vueltas que dimos hasta encontrar nuestro destino me permitieron confirmar lo que había notado la noche anterior: una ciudad ordenada, sumamente limpia y de tráfico fluido. Hay pocos taxis, y -que bueno- ningún motocarro, esa plaga, al menos en el centro. Ya saldré a caminar por la ciudad. Por lo pronto, a lo que vinimos: charlas, conferencias, visitas.

A la hora del almuerzo pude hacer unas tomas, no muchas, esperando la hora "de salida" pero acabamos a las siete de la noche y no pude visitar nada.

Mi lista de museos tendrá que esperar.

Vestíbulo del Poder Judicial. 

Casa republicana aún de pie, con gusto echaría abajo ese horrible poste que afea la vista. 

Iglesia del Espíritu Santo. 

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