miércoles, 22 de junio de 2011

Cómo defender un parque

Leyendo las noticias, di con una en el diario "El País", de España, que informa de una resolución de su Tribunal Supremo que rechaza la construcción de una biblioteca universitaria en un parque.

El caso es así: La Universidad y el Ayuntamiento (municipio) de Sevilla acordaron compartir un parque, y construir en ella una biblioteca. Este era el proyecto estrella del popular alcalde sevillano que cambió la zonificación para hacerlo posible (¿les suena conocido?). Sólo allí no es tan fácil hacer lo que te da la gana, y el Tribunal Superior de Andalucía, a petición de los vecinos, dijo que no porque los "intereses educativos universitarios no pueden primar sobre los [intereses] generales" y que "el parque público se justifica por sí mismo".

La causa llegó al Tribunal Supremo español, que dio la razón al tribunal superior en términos aun más amplios. Sí. Dice que los parques "no pueden ser borrados del dibujo urbanístico de la ciudad", que el cambio de zonificación "no es discrecional (con lo que deviene en arbitrario) y no ha sido justificado", que construir una biblioteca en la ciudad está bien, pero cuando se trata de hacer desaparecer en todo o en parte una zona verde, se debe explicar porqué esa biblioteca no puede ser construida en otro lugar y, por último y principal, que los parques sirven para "hacer respirable la calle y para dar mayor calidad de vida a las personas".

¿Ven? Cuando vives en un país cuyas instituciones funcionan, tus derechos sirven para mucho. Aquí en cambio, se construye sin pena toda clase de mamarrachos en los parques, se eliminan áreas verdes para ampliar pistas, se mutilan los árboles y hasta centros comerciales se construyen debajo de zonas verdes: ahí está el desaparecido parque Cánepa, la Estación Central, las huachafas piletas multicolores del parque de la Exposición, los despropósitos urbanísticos de Miyashiro en Chorrillos, los de Gonzáles en Lince, los de Castillo en Los Olivos, los de Occrospoma en Jesús María, entre otros miles, sin contar con un cristo puesto en un cerro por voluntad del presidente, por pura prepotencia, todo un monumento a la falta de respeto, a la falta de de consideración y al mal gusto.

¿Aprenderemos algún día?

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