miércoles, 5 de mayo de 2010

Yo no voy a dar nada

El 3 de mayo dos mujeres, Magaly Díaz y Katicsa Kovacs, amigas ellas, estaban en una fiesta.  No se sabe bien el motivo, pero el caso es que las dos cayeron desde un cuarto piso -imagino yo que ebrias-, con el resultado previsible: una murió y la otra, la Kovacs, quedó en estado de coma.

Lo particular de la tragedia es que la superviviente es hermana de un actor de televisión.  Ello ha motivado que diarios y noticieros televisados den amplia cobertura al asunto.

Así, en mi habitual recorrido a los noticieros de la noche, he visto entrevistas a familiares y amigos de la Kovacs, vi transmisiones en vivo desde la clínica, también vi vídeos de su boda, de cuando era chica y demás boberías.  Y vi números de cuenta bancaria para hacer donaciones.

¿Cuentas bancarias? Ocurre que a mí me da risa esto de las colectas pro salud de gente que en condiciones normales muestra un estilo de vida holgado, despreocupado y desinteresado del resto.  Sin ir muy lejos, también hubo colecta pública por el hermano de una actriz que finalmente murió hace cosa de un mes, y me parece que hay otra todavía en curso para la hermana de un periodista que sufre un mal incurable.

Total que cada vez que alguien con cierto reconocimiento merced, digamos, a un programa de TV, tiene a un familiar enfermo puede alegremente renunciar a la intimidad de un momento de desgracia y pedir dinero regalado, para no afectar la economía de la familia.  Pero con estilo, sin hacer polladas o rifas, ni vender Natura, como hace la gente anónima en una emergencia.  Tiene que ser colecta fashion, con cuenta en el banco, para que Lazslo Kovacs, el hermano, pueda visitar a su hermana conduciendo la carísima camioneta que posee, lo mismo que su padre, en la costosísima clínica particular donde está internada.  ¿Así piden colecta?  Vendan las camionetas, pues, si tanto necesitan.

Yo creo que la caridad pública debe solicitarse cuando no hay a dónde más recurrir, cuando se está en la orfandad material, cuando todas las puertas se han cerrado, o casi.  Pero pedir dinero regalado sin renunciar, aunque sea públicamente, a los pequeños lujos que gustan ostentar me parece por lo menos cínico.

No me alegra la tragedia de la muchacha. Ojalá no muera, por lo menos. Pero tampoco me parece correcto que la familia haga colecta pública para los gastos médicos si tienen recursos económicos para afrontarlos.  Propiedades que se pueden hipotecar, vehículos costosos que se pueden vender, ahorros que se pueden tomar, todo eso tienen.  Pero más fácil es aprovechar la popularidad del hermano actor y el afán de vender una tragedia de la televisión para movilizar la pena popular.

Por todo lo dicho, yo no voy a dar ni un sol.  Más me vale guardarlo para cuando me toque afrontar mis propias emergencias, dado que no soy actor conocido, no sé preparar polladas y no me gusta vender rifas.

Y eso que faltan los informes especiales del domingo.  Felizmente tengo cable.

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