miércoles, 18 de enero de 2017

Sobre la estatua de Pizarro

Foto: Wikipedia
Cada enero es lo mismo, con el aniversario de Lima vuelve el recuerdo de Francisco Pizarro y la discusión acaba en el mismo tema, la ubicación de su estatua ecuestre en Lima.
Hoy RPP publicó un artículo titulado "Francisco Pizarro cabalga hacia el olvido en Lima, la ciudad que fundó", en referencia a la consabida estatua que ahora se ubica en el Parque de la Muralla (para otra entrada queda el asunto del nombre de ese parque, que esa no es una sección de la muralla de Lima, sino un muro de contención para el río). El asunto es que las opiniones de los lectores se dirigen casi unánimemente a insultar y maldecir a Pizarro, a culparle de todas nuestras desgracias y a pedir incluso que su estatua sea puesta en una cárcel. De modo que expresé mi opinión en la sección de comentarios, en el sentido de que todos cometen el error de juzgar a Pizarro y a su tiempo con ojos actuales. Nada más equivocado. Acá está mi opinión:

"La conquista de América siempre será objeto de opiniones encontradas. Hasta ahora, la simple ubicación de una estatua genera disputas. En México pasa lo mismo con Cortés.
Sin embargo, no debemos perder la perspectiva. Pizarro vivió en una época muy distinta a la nuestra, con otros valores, otra visión del mundo, y no debemos juzgar sus actos según nuestros tiempos. Desde el punto de vista actual, muchas de sus acciones nos parecen horribles e injustificables, pero realizar un juicio a un personaje del siglo XVI desde la visión de nuestro siglo XXI es muy injusto y siempre nos llevará a conclusiones equivocadas. Pizarro actuó como su sociedad esperaba que actuara, y lo mismo hubiera hecho cualquier otro en su lugar, sin ir muy lejos, ahí está Cortés con la conquista de México, y tantos otros españoles que en nombre de Dios y del Rey conquistaron América. Sus acciones aún cuando nos parezcan deleznables no fueron muy diferentes a las cualquier otro gobernante inca cuando les tocó conquistar a otros pueblos.
La historia es así. Debemos estudiarla y sacar conclusiones, pero jamás debemos olvidar el tiempo que nos separa, en el caso de Pizarro, casi 500 años. Nuestra sociedad ha evolucionado, hemos avanzado, los valores han cambiado y tenemos nuevos paradigmas que marcan lo que es lícito hacer. Pero no debemos usar esa vara para medir acciones que ocurrieron hace tanto tiempo. Y mucho menos para exaltar odios y pasiones sin fundamento."

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