La selección peruana de fútbol ha ganado ayer un partido amistoso a la selección de Costa Rica. Dos goles en tres minutos bastaron para dar cuenta de un rival sin oficio. La prensa analiza el partido, elogia a los jugadores, y se arma todo el circo. Y la gente está contenta.
Ya le ganamos a Canadá y a Jamaica hace un par de meses, dos países de los que nadie sabía que tenían selección de fútbol. Ahora nos cebamos con Costa Rica. Luego deben venir la selección de pingüinos de Groenlandia y la de Pigmeos subsaharianos. Pasadas estas pruebas de fuego, vienen rivales de mejor fuste, como Bolivia, por ejemplo.
Citando a Augusto Elmore, se trata del comienzo de la Gran Estafa. Rivales huevo para crear expectación en la hinchada, tener predispuesta a la prensa y hacer caja con los anunciantes, antes de protagonizar el desmadre de siempre con los partidos oficiales, ante rivales de verdad, y de los cuales se culpará al técnico, a los jugadores, al fixture, a la cancha, al árbitro y a todo el mundo, pero del que saldrá vivo el impresentable presidente de la FPF, Burga, ese miserable que no se mueve de la federación hace mil años y que es el único responsable de que estemos en la cola de Sudamérica.
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