El otro día conversaba con dos amigos en la oficina sobre una colega cuyo desempeño no ha sido el que creían que iba a ser y que ya va agotando el crédito que tenía; vamos, que la para cagando y ya cansa. Entonces, no sé si en broma o en serio, uno preguntó:
- ¿Pero ella no tiene maestría?
- Compadre -dice Duku, señalando un auto judicial-, ella lee esto y no entiende.
Tal respuesta ha estado dando vueltas en mi cabeza estos dias. Yo tengo la desagradable costumbre de estar pensando en un tema cualquiera y tratar mentalmente de darle solución. Una vez solucionado, puedo estar tranquilo. A veces es entretenido, sin embargo es fastidioso cuando, como en este caso, no doy con una respuesta adecuada. Pero me quedan ideas.
¿Por qué esta compañera -y me estoy aguantando las ganas de identificarla- no entiende un auto cuando lo lee, si es abogada y tiene una maestría en derecho? O mejor debería preguntar, ¿si no entiende un auto judicial cuando lo lee, cómo diablos es que es abogada y tiene maestría? Y mira que digo leer, que escribir un auto ya está a distancia sideral de su entendimiento.
La respuesta pasa por la universidad. Ahí debes, en teoría, dejar atrás las taras de una eventual educación básica y llegar a poseer, fuera de la especialidad que elijas, una cultura general que te permita conducirte con suficiencia a nivel profesional.
A los muchos problemas que ya tenían las universidades peruanas, los noventa nos trajeron uno nuevo: su elevado número. Resulta que en el Perú tenemos actualmente 102 universidades (77 establecidas completamente y 25 en proceso de certificación, aunque funcionan). Y dos más están en proceso de formación; o sea que, en regla, debemos hablar de 104 universidades (37 públicas y 67 privadas) para una población de 29 millones de personas. Demasiado.
Para tener una idea de tal despropósito, hagamos una comparación: Francia, con una población de unos 65 millones de personas, tiene 85 universidades y Laurent Wauquiez, Ministro de Universidades y Educación, piensa que son demasiadas. España, con una población aproximada de 46 millones de personas, ostenta 78 universidades y se plantea seriamente la cuestión de fusionarlas. Pero aquí nadie se plantea el tema, básicamente porque las universidades se crean por conveniencia política más que por criterios académicos. De eso resulta que tenemos 102 universidades que muestran en conjunto un nivel paupérrimo. Se salvan dos o tres en todo el Perú y, mal que nos pese, ninguna es nacional.
Entonces más conveniente -y posible- parece ser una reforma de los currículos, eliminar el bachillerato automático, exigir tesis para el título y, esto es más importante, establecer criterios uniformes para entregar títulos, de modo que un alumno de la Católica, otro de la Villarreal y otro de la desconocida y mediocre Universidad de Ucayali tengan que enfrentar el mismo rigor académico al sustentar una tesis. A ver si siguen pariendo profesionales que dicen 'haiga' o 'aperturar', o que no entienden un auto cuando lo leen. Ya ni decir que lo escriban.
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