Yo, que trabajo ahí, tengo una visión clara de qué es y qué no es el Poder Judicial. Entre lo que no es: no es eficiente, no es rápido, no es justo, no es confiable. Y, entre lo que es, es esencialmente corrupto, sobre todas las cosas es corrupto.
Así, es posible negociar todo, en el sentido más amplio de la palabra. Se negocian manifestaciones, se negocia la presencia del fiscal, su firma, se negocia la sentencia, se puede pagar para que el expediente se evapore de la faz de la tierra y tantas otras cosas. Se compran jueces, jueces superiores y jueces supremos. Si eres litigante de baja talla, te las arreglas con el secretario; si tienes más, digamos, "peso", puedes hablar con el juez y jueces superiores. Ahora, si te apellidas Romero, Luksic o Wiese y, en efecto, tienes el dinero que ellos tienen, te puedes zurrar en los pichiruchis y hablar directamente con los jueces supremos. De ahí en adelante es fácil: todo es cosa de hacer que el expediente, merced a recursos dentro del plazo, llegue a la Corte Suprema y listo el pollo, primito. Por inga o mandinga sales del proceso.
¿Y quién castigas estas simonías, quién?
¿Quiero decir entonces que el Poder Judicial es una cortesana, una hetaira? Nones, no es tan sofisticada. En realidad, el Poder Judicial es una vulgar puta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario