Con motivo del paro de trabajadores de Poder Judicial, me dio por escribir dos cartitas en la intranet de ese poder del Estado. Como siempre, ha habido elogios (los más) y críticas. También caras largas y ceños fruncidos de parte de quienes se han sentido aludidos. Pero como no he nombrado ni siquiera aludido a nadie, a nadie debo nada. O como dice el refrán, al que le caiga el guante, que se lo chante.
La primera carta fue enviada a las 8:30 de la mañana, la segunda, sobre las 1:00 de la tarde. Iba a escribir otra a la hora de salida, y de hecho la empecé, pero me dio pereza.
Ahora las transcribo en mi blog porque el Poder Judicial cada cierto tiempo borra los correos antiguos y no quiero que se me pierdan.
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Acabo de llegar a la oficina, un poco retrasado por el tráfico, pero alcancé a marcar mi fotocheck dentro del tiempo de tolerancia:
- ¿Marcar fotocheck?, ¿no apoyas el paro?
- Tranquilo, todo el mundo marca cuando hay paro.
- Ah, bueno, eso sí.
Ya he visto la banderola que está en la puerta de mi sede, ¡VIVA LA HUELGA!, mis compañeros me llaman a gritos, haciendo chacota me dicen ¡amarillo, fuera, ven a la lucha! Es que estos paros son chacota, pues. Yo voy más bien a mi escritorio, a dejar mis discos (originales) de Mozart. En mi sede hay unas 80 personas, casi todas apoyan el paro, pero afuera sólo hay 20, más o menos las mismas de siempre, número que decrecerá a medida que transcurra la mañana. La mayoría viste ropas ligeras, sobre todo las chicas, que combinan el pantalón del uniforme con una blusa de calle; los compañeros se quitan las corbatas y quedan bien huachafos, pero no les importa.
- Oye -le pregunto a una Secretaria-, ¿por qué has venido vestida con ropa de calle?
- Para apoyar el paro, pues.
- ¿Hoy no hay audiencia?
- ¡No! si hubiera la doctora me mata. Además, si me llama tengo el saco arriba. Me lo pongo y listo.
El sol ya empieza a pesar como plomo, y son recién las 8:30, una compañera ha llegado más tarde que yo, y dice que va a apoyar el paro, pero primero va a comprar su desayuno. Es que estos paros son chacota, pues. Es aprovechado por la gente para tener un día de asueto. Todo se reduce a hacer la finta un rato y luego, al momento de ir a la marcha, libre. Para tu jefe, estás en paro; para los que están en paro, ahorita vuelves. Si por eso no llevan uniforme. A la marcha llegarán los mismos 4 o 5 que siempre llegan.
"Nómbrese una comisión para echar pintura amarilla a quienes estén paseando en el centro comercial del Centro Cívico; incáutense las tarjetas de Saga, Ripley y Oeschle a todos los sindicalizados el día del paro" Nadie toma en serio mis propuestas, je. La verdad, yo tampoco.
Pero es que -al menos en mi sede- nadie se toma muy en serio los paros y marchas; bueno, sí 4 o 5, los mismos de siempre. Eso no es novedad. Al rato se irán al centro comercial Risso o, mejor, a Las Begonias, ahí hay más tiendas. O a sus casas, si viven más o menos cerca, no se olviden que hay que marcar la salida.
- Perdió Perú, ¿no? -me pregunta otro compañero.
- Ajá, eso tampoco es novedad.
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Ya cerca de la hora de almuerzo, he de reconocer que me he equivocado. No se quedaron los 4 o 5 de siempre, sino sólo 3. Mientras salía a ver cómo iba la cosa, me crucé con dos asistentes de una Sala, no me acuerdo de cuál; iban sonrientes, vestiditas con frescas ropa de calle y lentes de sol. De dónde vendrán, jeje. Con tono de reprobación me dijo una:
- Qué barbaridad, Julio, cómo escribes esas cosas del paro.
"De dónde vendrán", pienso. Lo seguro es que van a su oficina. Estar paradas afuera ya no está en sus planes por hoy. Y mientras se alejaban seguían hablándome, pero yo sólo alcancé a oír que decían algo como "cuando paguen bien que vas a cobrar". No te me pegues que tiznas, le dijo la olla a la sartén. Como no me gusta hablar a los gritos con nadie, no contesté.
Frente a mi sede, los muchachos de Mesa de Partes están arrimados en una pared, tratando de hacerse sombra. Están ahí hace poco. Primero fueron a desayunar, luego dieron unas vueltas por aquí, por allá esperando la hora del almuerzo. Sobre las 12:30 se van a comer. Hoy comerán rico, imagino, no hay prisas por volver. Aquí sólo quedan los 3 de siempre y este servidor. Hay botellas de gaseosa en el suelo. Hablan de la reunión de ayer, donde todo mundo dijo que no se irían, que permanecerían agrupados en la entrada principal, que viva el paro, que pásame la P, pásame la J, qué dice.
- Estamos haciendo colecta para una banderola nueva -me dice una señora-, ¿cuánto vas a poner?
- ¿Eso no debe salir de los fondos del sindicato?
- De la Federación, más bien -me corrige-, pero cuando les pedimos nos dijeron que no porque no apoyamos.
El sol de veras es un martirio. Mirando al cielo descubrimos un avión que dejaba una estela muy bonita. Tómale foto, tómale foto. Clic. Ya lo tengo, pero sólo se ve la estela. Se me ocurre tomar fotos a la concurrencia, pero se niegan. De los 3, aceptan 2 y posan. Ya las enviaré mañana porque hay que cubrir los rostros, el paro no autoriza saltar derechos de otros. La canícula al mediodía es insoportable, por eso me extraña ver a la misma Secretaria de la mañana vistiendo saco. Venía a despedirse (no de mí):
- Me voy a Lima a hacer mis cosas.
- ¿Y el paro?
- Ah, de veras. Me voy a Lima a apoyar el paro.
Todo se reduce, como dije hace un rato, a hacer la finta. Estás afuera un rato y luego sacas cuerpo. Hasta los abogados hace finta. Llegan en taxis, ven la banderola y se va a tomar un jugo en la esquina del frente. Luego abordan otros taxis y se van. Suficiente para emitir un recibo por honorarios. Alguno se detiene a decir "estoy con ustedes". Sí, claro; si está contando los días para que prescriba su caso.
- ¿De aquí ya no regresa la gente, no?
- Sí, a las 4:45.