Renunciar al trabajo remunerado para saltar a la independencia no es fácil. Y he elegido este camino, el difícil, porque ser independiente es lo que quiero ser. Hace mucho deseo ser un abogado independiente, no un servidor judicial. Fuera de consideración quedan argumentos como perder "la seguridad", o el seguro social, o la gratificación del próximo mes que ya no me tocará, o la estabilidad. Para qué las quiero si cada día llegaba a la casa con la sensación de haber echado a perder un día de mi existencia.
La carrera profesional independiente, con todo lo que ella implica, es infinitamente más estimulante, en todo sentido. Habrán días malos, lo sé, semanas en blanco, sobre todo al principio, pero temprano o tarde todos los riesgos serán superados, todos los esfuerzos tendrán recompensa, ¿y saben qué?, siento que me puedo ver en el espejo sin reprocharme nada. Estoy haciendo lo correcto, estoy yendo por el camino que escogí. Y está bien.
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