Captura: El blog de Julio Reátegui |
Revisando la prensa al final de la jornada laboral, veo en RPP una que me deja descorazonado: todos los expresidentes vivos tienen problemas con la justicia.
Y sí, pues, todos. Francisco Morales Bermúdez fue un dictador, ahora condenado en Italia por la desaparición de 20 opositores en el marco de la Operación Cóndor. El problema para este felón es que esos desaparecidos tenían ascendencia italiana. Por eso fue juzgado allá. Y aunque ha clamado que no sabe por qué le condenaron, la verdad es que está bien enterado: dos pedidos de extradición fueron desatendidos por el Estado Peruano, uno por Alan García, el otro por Ollanta Humala.
Los líos judiciales de Alan García no son nuevos. Ya desde el fin de su desastrozo primer gobierno le acompaña la acusación de que se enriqueció ilícitamente. nunca respondió. Se acogió a la prescripción mientras vivía en París, nadie sabe de qué, y volvió a ser presidente. Como la primera vez, las acusaciones de corrupción le persiguen de nuevo.
De Alberto Fujimori qué podemos decir, el más corrupto de la historia del Perú. Y también el único que está preso. Su nombre siempre será asociado al saqueo del Estado, al populismo, a la prensa chicha, a Vladimiro Montesinos y a la demolición de las instituciones, junto con el robo descarado de los fondos públicos. También con la cara dura de decir que es inocente.
Alejandro Toledo es una gran decepción. Llegó a la presidencia enarbolando la banderas de libertad y honradez y tuvo un buen gobierno, a pesar de sus desaciertos mayúsculos, principalmente con el asunto de su hija extramatrimonial y su afición a mentir. Pero al final resultó igual de corrupto que aquellos a quienes denostaba. Este es el que más me decepciona, porque después de una década oscura él representaba muchas cosas para el país.
Nunca esperamos que Ollanta Humala fuera un gran presidente. Fue elegido sólo porque elegir a Keiko hubiera representado volver a la década ignominiosa de su padre. A él sólo le pedimos en esa elección que no la friegue. Y no la fregó, al menos no tanto. A la fecha de hoy es el único que todavía no tiene una acusación en su contra. Pero creo que no tardará.
Y sí, pues, todos los expresidentes vivos tienen líos con la justicia. Todos. Esa es señal clara de que el sistema político del país no funciona como debiera. El Congreso no es contrapeso del Ejecutivo; el Poder Judicial no es capaz de sancionar a quienes violan la ley (ahí está Comunicore, ya prescrito) ni es inmune a las presiones del gobernante de turno. Y así, el estímulo de hacerse rico desde el puesto presidencial tiene pocas consecuencias políticas y judiciales.
Ahora se habla de aprovechar la oportunidad del escándalo Odebrecht para sentar bases adecuadas contra la corrupción. Pero ya vivimos esa época. Cuando se destapó la podredumbre fujimorista hablaron de lo mismo. Se ha encarcelado a mucha gente, incluso al jefe de la banda, pero nada hemos aprendido. Toledo, García y Humala se han sumergido en la misma letrina que Fujimori, no a escala similar, pero el fondo es el mismo.
Y pensar que fuimos nosotros quienes los elegimos. Yo voté por Toledo contra Alan García; por Alan García contra Ollanta Humala y por Humala contra Keiko Fujimori. En su día los tres parecían mejor que el contrincante para evitar lo que vivimos con Fujimori. Pero los resultados están a la vista.
En fin, se puede escribir más al respecto, pero es vano.
Como contrapartida, más pena da pensar que los dos últimos presidentes que jamás tuvieron líos con la justicia está muertos. Belaúnde y Paniagua. Debería ser al revés, ¿no?