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¿Y qué tiene de novedad? Si es por eso, acá se inauguran universidades hasta por gusto. Tenemos más universidades que Francia, alucina, y sólo la mitad de población.
Bueno, la novedad es la Universidad de Yachay no es una común. El gobierno ecuatoriano se ha embarcado en un proyecto realmente ambicioso que tiene por fin cambiar la matriz productiva del país para pasar de una economía dependiente de la exportación de petróleo a una basada en el conocimiento en un plazo de 35 años. Es tan ambicioso que casi es una utopía. Pero ya se sabe que las utopías son importantes no tanto porque se vayan a cumplir, sino porque nos señalan un camino.
Y el camino que planean seguir es realmente ambicioso: se trata de un centro de estudios de alto nivel rodeado de un parque tecnológico industrial a cargo del sector privado, donde se sacará provecho a las mentes que egresarán de Yachay. La idea es sencilla en apariencia: el altísimo nivel de los profesionales de Yachay atraerá a las principales empresas del mundo, siempre en busca de cerebros. Las tecnologías e innovaciones que se creen allí inevitablemente generarán nuevos negocios con altísimo valor agregado, lo que crea riqueza, genera más innovación, requiere más cerebros e invierte más en educación. El círculo virtuoso es evidente y muy productivo.
Ilustración del proyecto Yachay. Fuente |
¿Quiénes van a estudiar allí? Naturalmente ecuatorianos becados por el Estado merced a sus calificaciones sobresalientes, que se dedicarán a ciencias puras y recibirán un sueldo básico al mes por estudiar. El sueldo básico en Ecuador equivale a unos 950 soles peruanos.
¿Y quiénes van a enseñar? Para comenzar hay 18 profesores, todos -menos dos- extranjeros y con grado de doctor (PhD), que provienen fundamentalmente de Estados Unidos, España, Colombia, Venezuela y Chile; por demás está decir que tienen casa, comida y un sueldo elevado, suficiente para que decidan ir a enseñar a Ecuador (como curiosidad, nuestro vecino publicó un aviso el año pasado en España ofreciendo 500 puestos de profesores).
Para echar a andar el proyecto se han gastado ya 100 millones de dólares, y hasta el 2017 el costo será de unos mil millones de dólares. La educación cuesta y, como se ve, no se andan con medias tintas.
Las críticas no se han hecho esperar. La principal es que no se han convocado a catedráticos y profesores locales, "que conocen la realidad" ecuatoriana. Bueno, a eso se puede contestar con dos argumentos irrebatibles: primero, que las ciencias puras son universales; y luego, que si el personal local tuviera los altísimos niveles que se requiere para este proyecto..., no se necesitaría el proyecto.
Lo que me genera envidia
Nuestro país tenía hasta la década del sesenta un buen nivel educativo, pero llegó Velasco y lo arruinó con su proyecto de extender la educación a todo el mundo, idea buena si se hace bien, pero el dictador sólo consiguió el llamado efecto de la sopa aguada: había buena sopa para pocos y él quiso dar sopa a todos, pero en lugar de preparar más, echó agua a la que había. Resultó que hubo sopa para todos, pero aguada, sin sustancia.
El resultado lo padecemos hasta ahora todos. El nivel educativo es paupérrimo, vamos a la cola de Sudamérica en las evaluaciones PISA. Acá todavía los políticos todavía sostienen, no sé si por conveniencia o por llana ignorancia que todos deben tener educación "de excelencia", cuando lo correcto es que el Estado asegure para todos educación básica, una suficiente para formar buenos ciudadanos, para asegurar un nivel cultural suficiente para discurrir por la vida con normalidad, sin creer que un archipiélago es un animal, y para dar la oportunidad de seguir estudios superiores si se desea. Ya luego si quieres ser científico o taxista es otro cantar, pero que sea por decisión, no por falta de oportunidad, como ahora. Ese es el fracaso del Estado.
Y mientras no tenemos en el Perú nada que se le parezca, los ecuatorianos parecen haber comprendido esto, con Yachay ya lo tienen claro. Ojalá que hayan comprendido también que es un esfuerzo de largo aliento. La educación cuesta muchísimo dinero, y no da resultados en el corto periodo de gobierno de un presidente. Si su proyecto tiene éxito, en 35 años Ecuador exportará tecnología y servicios. Nosotros le seguiremos dando al cobre.